Cap.6

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Capítulo seis

"Todo lo que sucede tiene una
razón de ser".

Celine.


-Sebastián, hijo. Aquí estoy.

No se por cuanto tiempo estuve inconsciente, pero cuando volví a la realidad, aún con los ojos cerrados, mis oídos captaron susurros, mi cabeza dolía y mi cuerpo se sentía en el aire. No sabía nada de mi, el tiempo se había perdido y mi cuerpo vagaba en el.

-Tengo miedo, hijo.-Escuche decir.-No se que pasará ¿y si no me quiere? ¿Y si me odia?

-Paulina no sabe odiar, madre. Por más que quiera hacerlo, ella no puede, solo es su forma de ocultar su amor. -Dijo una voz varonil.

Abrí mis ojos lentamente y pérdida sin saber a dónde mirar mi vista fue a mi mano derecha, allí estaba una aguja traspasando mi piel. Luego mi vista empezó a recorrer la habitación y frente a mi me encontré con Sebastián y mi madre, ellos me miraban con cierta lástima. Odiaba aquella mirada que recibia por parte de ellos. Cerre mis ojos nuevamente, tener una intravenosa conectada a mi nose sentía bien, pero el ver a mi madre después de tanto tiempo se sentía peor.

Dolia tanto verla nuevamente, fueron tantos años sin pasar palabras, sin escuchar su voz y sentirla cerca, que un día decidí darla por muerta para mi; tantos días esperé su llamada frente al teléfono y no recibí nada, solo pérdida de tiempo.

Me mantuve con mis ojos cerrados, momento después sentí como alguien se acercaba, un perfume con olor a rosas llegó a mi, el lado izquierdo de la cama se hundió y luego sentí como mi mano izquierda fue sostenida por alguien.

-Hija, cariño, aquí estoy.-Dijo ella con la voz quebrada.

Dolia tanto tenerla cerca, su contacto conmigo quemaba. Aún mantenía mis ojos cerrados, pero, estos empezaron a picar y un nudo en la garganta se formó al punto de explotar.

-Soy yo, mamá.-Termino por decir ella casi en un susurro.

Una lágrima se escapó de mis ojos mientras trataba de deshacerme del nudo en mi garganta. No dije nada, tampoco me moví y mucho menos abrí mis ojos. Aparte de mi mano de la suya y voltee mi cara para el otro lado de la habitación, abrí mis ojos y suspire profundo. No merecía llorar por quien me dejó sin importarle. Después escuché como la puerta del cuarto se cerró, un silencio profundo arropó el lugar.

-¿Como te sientes?-Preguntó Sebastián.

-Bien, estoy bien.-Mentí, me sentía mal, muy mal.-¿Qué me pasó?-Volteé a mirarlo.

-Tienes anemia y estas deshidratada, por eso el suero, la anemia solo te está empezando pero tienes que cuidarte, comer bien y tomar unos que otros medicamentos.

Suspire cansada. Tantas cosas juntas me estaban asfixiando.

-¿Por qué está ella aquí?-Pregunte por fin.

Vi como el hombre delante de mi se acercó y su mirada se tornó insegura.

-Por ti, está aquí por ti.

Oír aquello me causó gracia ¿cómo era posible?

-¿Por mi? No, no eso no, Sebastián.-Lo mire a los ojos.-Nunca le interesé.

-Solo dale una oportunidad-Lo vi dudar.-Porfavor.

Negué con mi cabeza, el nudo que hace minutos tenía formado en mi garganta volvió, no quería seguir hablando de aquello.-Estoy cansada de las oportunidades.

Érase una Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora