Me detengo al pie de la escalera luego de subir lo que parecieron ser dos pisos. La música está tan fuerte que no soy capaz ni de escuchar mi agitada respiración. Hay detonaciones de colores en tono neón; rosa, azul, morado, verde. Las personas alrededor brincan, sudan y bailan, pegados cuerpo a cuerpo, trepados sobre mesas, y otros más ya están dormidos en la barra y en algunas mesas.
Pese a ser casi la una de la mañana, la fiesta pareciera estar en su mejor momento. Nunca he estado en una, y no parece divertido. Las canciones que ponen no las conozco, tampoco veo a nadie de mi edad —por supuesto, porque dudo que estas actividades sean para alguien de quince años.
Y aunque quisiera divertirme o mínimo entretenerme con el espectáculo, no podría debido al nudo que tengo en el estómago desde aquella extraña reunión con el señor misterioso.
El inicio está cuando los pétalos caen y las raíces se secan. Donde las espinas cortan el agua y allí se encuentran. Repito en mi cabeza para no olvidarlo.
¿Qué significa eso? ¿Tal vez un intento de acertijo?
Si es que eso busca transmitir algo, no es algo que deba importarme. No debe importarme. Solo me encargaré de que ese señor reciba su anillo. Si hago esto bien, puede que me lleven a Roque, o que lo dejen ir de donde quiera que lo tengan.
La verdadera pregunta es: ¿por qué él? ¿Qué tiene de especial un adolescente que estudiaba y trabajaba para ayudar a sus padres?
¿Hay algo que Roque me habrá ocultado? ¿Será él la razón de que me sigan?
Me ubico en una mesa donde sus ocupantes están tan borrachos que no reparan en mi presencia. Ya llevo aquí cinco minutos y aún nadie se me acerca.
Una variedad de preguntas y locas teorías que podrían tener sentido vagan por mis pensamientos mientras espero.
Quince minutos.
¿Será que debo ser yo la que busque a esa persona? ¿Cómo se supone que lo haré si sólo sé que es a un hombre al que busco? No tengo una descripción física o un nombre para apoyarme.
Treinta minutos.
Algunas personas han comenzado a abandonar el lugar, siendo notorio el vacío en las mesas y el centro de la pista.
Una hora.
Son las dos de la mañana y aún no hay señales de alguien que me esté buscando. Fue una estupidez entrar en esto. Debí largarme en cuanto me dejaron sola.
Tomo mi costal de entre mis piernas y lo dejo colgando en mi mano mientras me pongo de pie y comienzo a dirigirme a la salida.
Antes de llegar a ella, me detengo y observo a un grupo de cinco personas que charlan muy animadamente.
Todos tan distraídos y ajenos a los bolsos que tienen a sus lados.
El efectivo que tengo conmigo no es válido en este país, y no sé por cuanto tiempo estaré aquí antes de que pueda abandonarlo.
O buscar un lugar seguro en donde quedarme.
Siguiendo los señalamientos, logro ubicar el baño de mujeres al fondo y me dirijo ahí pasando por la pista de baile y unas cuantas mesas. El lugar aún no se encuentra tan vacío, por lo que ningún trabajador ha notado que hay una menor de edad aquí. Si es que les importa saber que hay una menor de edad.
Al adentrarme, lo primero que noto es la cantidad de hedores mezclados. No me detengo ni a pensar en lo que podrían ser. El suelo está sucio y mojado, de las cuatro lámparas que cuelgan del techo, dos parpadean y una no sirve. Por otro lado, el espejo es lo único que parece estar limpio y bien cuidado.
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Countdown: 12 am
Ficción histórica⚠️ Libro +18⚠️ LEER LAS ADVERTENCIAS ANTES DE INICIAR LA LECTURA. Tus padres te educan para ser una buena persona. Tus profesores te preparan para ser un buen ciudadano. Tus amigos te muestran lo bonito de disfrutar la vida. ¿Qué hace falta por men...