Capítulo 11

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El primer mes de clases tenía a Max vuelta un ocho. Le iba muy mal en inglés y pensaba que suspenderia su examen.

Sus días en el colegio ya tenían una rutina:

Llegaba saludando a sus amigas, veía a Jane besuquearse toda la mañana con su novio y agarraba el mal humor. Sus amigas la hacían reír y por un momento lo olvidaba. Luego volvía a ver a la parejita besándose en la tarde y el enojo aumentaba. Finalmente terminaba en la biblioteca o mirando a Beverly entrenar.

Estan eran las cosas que ocurrían exactamente todos los días. Lo que menos disfrutaba era el besuqueo de los idiotas, pero pensó que ya debería haberse acostumbrado.

Llevaba días viéndolos hacer lo mismo e ir agarrados de la mano, aún no comprendía por qué seguía molestandole. Ya debería haberlo superado, pero cada vez que los veía, sentía unas terribles ganas de golpear a Mike en el rostro.

Decidió ignorarlo, no era su problema.

En estos momentos se encontraba mirando a Beverly entrenar mientras estudiaba bióloga, pero en verdad no estaba del todo concentrada. ¿Como podría? Si Jane lucía deslumbrante, dando vueltas en el aire y alzando los pompones. Era increíble cómo en tan sólo un mes el equipo había mejorado tanto.

Jane Hopper Byers. Aquel era el nombre que seguramente la atormentaria los dos años que quedaban de escuela. Max la observaba detenidamente. Su piel era hermosa, su cabello brillaba y su sonrisa le alegraba el día.

Sin quererlo, el pulso de la pelirroja se disparó. Era un fastidio cuando le sucedía. Desde el primer año que le ocurría aquello, pero parecía que cada día empeoraba más y más.

<¿Por qué? ¿Que tiene ella que me hace sentir así?>, se preguntó, pero no quiso responderse por miedo a la respuesta. Era absolutamente imposible.

Suerte que ya era viernes y no tendría que verla durante dos días. Aunque sabía que era mentira, ya que Max se sentiría ansiosa todos los lunes sabiendo que la volvería a ver.

Después de un rato, el grupo de chicas se fueron hasta los vestidores. Jane se veía muy atractiva con las mejillas rojas y el cabello revuelto.

Esperó a su amiga, ya que habían acordado con las chicas que, al terminar el entrenamiento, irían a la pizzería cerca del Instituto.

-¿A quién esperabas?- preguntó las voz de Beverly a sus espaldas y la chica de ojos azules soltó una risa.

-A una amiga no más atractiva que yo.- le dio una sonrisa y la de cabello corto hizo una mueca.

-Yo soy más atractiva que tú.- dijo, ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse. Mientras conversaban y salían del campo, observó cómo Beverly se quedó distraída mirando a Stanley.

Dios, esta chica si que babeaba por él. Solo esperaba que fuera atracción física, ya que si era algo más fuerte sabía que su amiga sufriría y Max no quería eso para ella.

Bajaron varias cuadras y al llegar a la pizzería vieron que en el aparcamiento habían varios coches. Hubo cierto convertible azul que se le hizo muy famíliar, pero lo dejo pasar y entró de todas formas.

El local tenía una pinta exacta a las cafeterías de los años sesenta. Fueron a las mesas rojas, mientras sus amigas les hacían señas para que se sentaran.

-¡Max, aquí!- gritó Robin y ella le sonrió. Tomaron asiento y las cuatro comenzaron a hablar. Madison bebía de su matido y Max no dudó en robarle unos cuantos sorbos.

-¿Cómo fue la platica?- preguntó Madison, un poco interesada en el tema.

-Bastante bien, ¿Por qué?- preguntó Beverly, cruzandose de brazos y observando a su amiga de forma acusatoria.

Rivales ·elmax·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora