Carta 2 Micaela Jones

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Micaela Jones

- ¿Es una broma, no? - lo miré furiosa.

- Sabes que es por tu bien, Mica.

- ¡No puedes prohibirme llorar, Isaza!

- La doctora dijo que llevas riesgo de caer en depresión. Debes cuidarte para que el bebé esté bien. Debes ver a un psicólogo. Debemos superar esto, Mica. No hay forma de seguir adelante si seguimos viviendo en el pasado.

- ¡Lo dices por que no la conociste lo suficiente! Yo llevaba toda mi vida junto a ella ¿Y tú? Tú solo un estúpido año

Mi pecho sube y baja por el esfuerzo de gritarle. Él se quedó callado, evadiendo mis ojos y mirando al suelo.

No supe el peso de mis palabras cuando levantó la mirada llena de lágrimas.

Ay, carajo. Lo había lástimado.

- Lo siento, Isa. No quería...

- No importa cuando tiempo la haya conocido. No importa si fue un estúpido año, un maldito mes o solo diez minutos. La quería igual que tú, la quería Micaela. Jules era como la hermana que nunca tuvimos. Ninguno. Ni Martín, ni Simon, ni yo. No importa el tiempo que conozcas a una persona. Si solo fueron tres horas las que hablaste con ella. Su partida y su ausencia siempre van a pesar. Por que esa persona llegó para compartir aun que sea solo tres horas de su vida contigo y créeme que eso pesa- su tono de voz es frío y nostálgico a la vez. Su mirada esta llena de lágrimas y sé que la he súper cagado - Así que no vengas a decirme que no me duele que Jules ya no esté aquí porque te aseguro que duele y me dolerá siempre.

- Juan Pablo lo siento, es solo que...

Pero me interrumpe y no deja que termine.

- Solo trato de ser fuerte, Mica. Trato de levantarme todos días para ser fuerte para ti, para mí y para ese bebé que llevas en el vientre - me dice - trato de ser fuerte por Simón, por Martín, por Juan Pablo que está peor que nunca.

- No lo seas - le digo acercándome cuidadosamente a él.

- ¿Qué? - pregunta confundido.

- No trates de ser fuerte por mí, ni por el bebé, ni por nadie - acarició suavemente su brazo descubierto - Deja de fingir ser fuerte por todos nosotros y permítete ser débil por unos minutos Isaza.

- No puedo hacerlo. Me necesitan.

- Te necesitamos pero te necesitas más a ti mismo - bajo su mano hasta mi vientre y baja la mirada junto a su mano - Te la pasas diciendo que llorar es malo. Que no debemos hacerlo pero no sabes lo equivocado que estás. Llorar no te hace débil, vulnerable. No te hace menos hombre. Llorar te permite liberarte. Deja ir todo tu sufrimiento y sanate a ti mismo antes de ayudar a los demás.

Vi como pasaba saliva mientras seguía aferrado a reprimir las lágrimas que se asomaban por sus orbes cafés. Asintió con la cabeza y salió de la casa tomando su chaqueta que reposaba en uno de los sofás.

Subí despacio las escaleras y entré en la antigua habitación de Jules y que ahora sería del bebé. Aún estaba vacía, aún no había nada, a pesar de que Isaza había comprado cientos de cosas para la habitación y para el bebé, aún seguía vacía. Tal y como Jules la había dejado.

Recargue mi cuerpo en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados mirando la habitación blanca y recordando los sin fines de veces que estuve aquí dentro junto a mi compañera de vida.
Estas cuatro paredes nos habían visto crecer, nos habían visto llorar, reír y muchas cosas más.
Ahora todos esos recuerdos estaban guardados en mi memoria, en una parte muy pero muy especial que tendría siempre conmigo.
Cuando entré por primera vez a la casa y la vi completamente vacía, me pregunté que había pasado con todas las cosas que habían. Todas las pertenencias de los Davies, hasta que recordé que Juan Pablo había mencionado algo sobre que Jules había donado todos los muebles y ropa a orfanatos, asilos y centros que recaudaban cosas para llevarlas hasta las personas que más lo necesitaban.
Sonreí cuando lo mencionó, por qué solo Jules podía tener un corazón así de gigante.

No podía imaginar todo el dolor que le costó dejar ir las últimas pertenencias de su padre, pero lo había echo y eso daba inicio a una nueva etapa para su vida. Una vida que tanto añoraba y que nunca pudo tener.

Fuí de regreso hasta mi habitación y tomé una hoja y una pluma y fui de regreso a la habitación de Jules.

Me senté en medio de la habitación y me incliné un poco sobre el suelo para poder apoyarme en el y comenzar a escribir.

Querida Jules:

Hoy me encuentro sentada en tu enorme habitación de hija única. Pero ya no se siente como tuya por que ahora está vacía. Por que ahora ya no estás tu. Ahora lo único que hay son solo recuerdos tuyos y míos aquí dentro.

Isa y yo optamos por que fuera la habitación del bebé, queremos que él o ella te sientan cerca aunque no te haya conocido. Pero te juro que voy a hablarle sobre su rebelde, malgeniuda, valiente y mas bondadosa tía. Voy a contarle todas nuestras anécdotas, todos tus chistes, tus aventuras y la increíble maestra que fuiste.
Voy contarle sobre como su tía fue una gran guerrera que logró vencer a un terrible monstruo que la atormentaba día y noche y que a pesar de las circunstancias, logró salir adelante por sí sola.

Todos te extrañamos como locos y esperamos con ansias que alguien llame a nuestra puerta y verte detrás de ella.
Te pido que no nos olvides, que nos ayudes a salir adelante como lo hacías antes.

Por cierto, ayer por la tarde encontré a Jerry en el supermercado y... Jules, me contó que tu madre está hecha pedazos al igual que todos nosotros. Dice que no deja de lamentar el tiempo que perdió contigo. Dijo que lleva un mes entero sin tener contacto con personas. Jerry es la única persona que deja se le acerque.
Me pidió que fuera a verla pero si te soy sincera... No tengo ganas de verla, y sí, se que es tu madre, pero me duele tanto recordar que por su culpa casi pierdo a mi hermana.
No puedo siquiera mirarla a los ojos.

Pero creo que haré una pequeña excepción por ti e iré a verla, por que necesito verte en sus ojos y en algunas facciones que compartían ambas.

Seguiré manteniendote informada sobre todo.

Y por favor, nunca olvides que te amo y te adoro con todo mi corazón de pollo.

Con cariño, Mica ( tu persona favorita de todo el jodido mundo)

Cartas a Jules DaviesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora