La última carta: Hasta pronto Jules

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Hoy son tres años de tu partida.
Se supone que hoy regresaras de tu viaje en el que te ibas a reiniciar como solías decirlo en las últimas noches de diciembre.

No he escrito nada en el último año.
Hace seis meses que regresé de New York pero no me había atrevido a tomar una pluma y una hoja de papel por qué existe una razón. La cobardía de decirte que no regresé solo de este viaje...

Conocí a alguien más y me siento tan asustado por eso.
Siento que estoy traicionandote y Simón dice que no es así pero yo siento todo lo contrario.
No sabes toda la falta que me has hecho pero como dice mi psicólogo, dejar ir también es avanzar.


Tomo una pausa quitando la vista de la carta que tengo en mis manos y la fijo en la lápida blanca que tiene una leyenda plateada con su nombre:

Aquí descansa Jules Davis Lee.

Una mujer fuerte que al igual que una flor de loto, logró salir de las adversidades de la vida.
Con amor, todos lo que te seguiremos amando después de la muerte.

25 - Nov - 1995
31 - Dic - 2020

La última vez que estuve aquí fue la vez que aseguré haberla visto en ese campo.
Pero tal parece que todo fue producto de mi imaginación.

Jules descansa aún lado de su padre. Katherine creyó que a ella le hubiera gustado reposar justo aquí.

Vuelvo a mirar la tumba y después la carta que le escribí hoy por la mañana.
Decidí que sería mi última carta y lo mejor era venir hasta aquí a leerla en voz alta frente a ella.

El viento que sopla con un poco fuerza despeina mi cabello y hace que la carta amenace con salir de mis manos temblorosas.

Pronto lloverá a juzgar por las nubes grises que empiezan a formase en el cielo que hace una hora estaba despejado.

Tomo un respiro largo y sigo leyendo:

No se si sea lo más prudente hablarte sobre alguien más pero tú eres quien me inspiraba confianza siempre y creo que también te mereces una explicación.

Su nombre es Yeimi y es una de las socias de la empresa con quién fui a trabajar a New York.
Es bastante amable, tiene una autoestima increíble que te hace incluso querer amarte a ti mismo. Es muy simpática y habladora. Además es... Bonita.

Y se que no debería decir esto ni hacer éstas comparaciones pero ella no es tú y por más que intente buscar algún rasgo tuyo en ella, jamás obtendré resultados.
Cuando comencé a sentir cosas por ella la miraba a los ojos esperando encontrarme esos ojos verdes teñidos de marrón pero solo encontraba un color ajeno a los tuyos. Uno color azabache.

Comencé a sentir culpa y traición por tener la cabeza en ella y no en ti y entonces entré en crisis y tuve que llamar al psicólogo.

Él me dijo que era normal todo lo que estaba sintiendo pero que no tuviera miedo de volver a la vida de a poco.
Me recomendó escribirte "cartas terapéuticas" que fue como él las llamó cuando le hablé de ellas.
Pero cada que intentaba escribirte algo, terminaba arrugando las hojas y votandolas a la basura.

Hasta que un día me dije que haría las cosas a mi modo. Salí de mi cueva y me aventuré a conocerla.

Quiero que sepas que llenaste mi vida y mi corazón de una forma en que tal vez nadie más pueda hacerlo. Y aunque fueron solo meses los que nos conocimos, para mí fueron años, Jules.

Me enseñaste que podía volver a amar y que el amor a primera vista sí existe por qué me flechaste desde la primera vez que te vi en esa galería de arte con ojos llorosos.

Mi dulce niña de ojos hazel, hasta aquí te digo adiós y con lágrimas en los ojos te digo que te amo más de lo que te imaginas incluso después de tu partida.

Eres mi gran amor, Jules Davies, pero debo continuar con mi vida por qué ahora entiendo que es lo que hubieras querido para mí.
Quiero comenzar de cero por qué en unos días es la última noche de diciembre y quiero hacer eso que tú decías.

Solo quiero pedirte que no me olvides y que por favor, sigas apareciendo en cada uno de mis sueños por qué esa es la única manera que tengo para volver a verte y tenerte cerca de mí.

Seguiré poniendo tu nombre en cada una de nuestras canciones, sólo espera que sea mi momento para volver a bailar y cantarlas juntos. Mientras tanto, viviré está vida por dos.

Tuyo desde la primera vez que te vi, hasta toda toda la eternidad, Juan Pablo Villamil.


Mis lágrimas mojan la carta que tengo entre manos pero sonrio al mirar la carta. Tomo el sobre dónde anteriormente estaba guardado el pedazo de papel y saco de ahí una fotografía doblada en dos.

Ambos viendo hacia la cámara de Simón. Jules está sonriendo con esa sonrisa y esos ojos tan brillantes mientras la abrazo posando mis manos sobre su cintura y le beso la punta de la nariz con una sonrisa en los labios.

De fondo tenemos aquel lago que encontramos cuando fuimos de campamento y un precioso atardecer anaranjado.

Beso su rostro en la fotografía y vuelvo a doblarla metiendola junto a la carta de nuevo al sobre y lo guardo junto a una pequeña cajita de cartón donde reposan el resto de las cartas.

Con mis manos escarbo la tierra a un lado de su tumba y cuando cavo un agujero meto la cajita con las cartas que cabe perfectamente. Vuelvo a echar la tierra, me pongo de pie y me inclino un poco para dejar un beso en la fría lápida.

- Hasta pronto, Jules. Te amo.

Sonrió mirando el cielo nublado y comienzo a salir del cementerio y también de esta etapa tan bella y dolorosa que me dejó esa chica de cabello corto color miel, piel pálida y ojos entre el verde y el marrón.

Cartas a Jules DaviesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora