Senju nunca se imaginó que aquella noche donde decidió tener una pijamada con sus amigas sería la trágica noche que marcó un fin y un nuevo comienzo en su vida.
Ella recuerda que fue despertada a las ocho de la mañana un Sábado por los padres de Yuhuza y su tía. No entendía nada pero las lágrimas en el rostro de la mujer y el fuerte abrazo que le dio sólo pudo hacerla llorar también.
Unos largos minutos después cuando la mujer logró calmarse y dejó de llorar cada vez que intentaba hablar, ella le contó lo sucedido aquella noche.
Cuando escuchó lo del robo, que le dispararon a su padre apenas entraron a su casa y que su madre logró huir con su pequeño hermano pero al final la encontraron a ella muerta a unas pocas cuadras, Senju sólo se quedó dura.
La imagen mental que apareció por sí misma no ayudaba a calmarla y cuando creyó que iba a desmayarse, la imagen de su pequeño Sanzu le hizo recordar que ninguna información del bebé le fue dada.
—¿Y Sanzu-chan?
—No lo encuentran.
Fueron días horribles, estuvo una semana entera encerrada en su habitación mientras su tía la cuidaba e intentaba animarla un poco, aunque eso era imposible porque la mujer estaba igual o incluso peor que la pequeña Senju.
La policía no ayudaba mucho, luego de los tres días dijeron que no debían de tener muchas esperanzas, pero ellas no podían perder aquello, ellas sabían que Sanzu estaba ahí, al menos eso querían creer.
Pasando un mes, con el corazón vacío y el cuerpo débil, ambas decidieron que lo mejor sería irse de Japon, después de todo cada esquina les traía horribles recuerdos y las personas a su alrededor sólo les causaban desconfianza.
Hicieron sus maletas, guardaron sus cosas de valor y nuevamente comenzaron a llorar cuando vieron la última foto familiar que fue tomada en navidad.
—Debí haberme quedado con ellos, debí haberme ido con ellos.
—No digas eso, cariño —la mujer acaricia su cabello, con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa intenta consolarla—, por favor no digas eso, eres lo único que tengo ahora, sin ti no sé qué haría.
Por algún motivo su vuelo esa tarde fue cancelado por lo cual sus compañeros aprovecharon la situación para organizar una fiesta de despedida, su tía le dijo que estaba bien, que debía despejarse un poco y olvidarse, aunque sea por un pequeño momento, de todo lo malo que le había sucedido.
No podía decir que era la chica más feliz del mundo pero intentó no romper en llanto cuando se despidió de todos sus amigos, intentó que su corazón no duela al recordar la razón de su partida y en serio quiso olvidarse de todo pero cuando vio a Mikey, el esposo de su profesor entrar junto a un pequeño bebé, sus ojitos se aguaron y su corazón se aceleró al ver a su bonito hermanito cargado por Mikey.
No se equivocó, ella lo reconoció apenas lo vio.
Rápidamente intentó acercarse a él pero su mayor no se lo permitió, ella no sabía qué sucedía y su mente no estaba pensando claramente, ella sólo quería agarrar a su hermano y abrazarlo para que nunca más vuelvan a alejarlo de su lado.
Estaba asustada, cuando Takemichi le pidió que salga afuera y lo deje a solas con Mikey y el bebé ella sólo pudo negar porque no quería irse, no ahora que Sanzu estaba ahí, Senju sólo necesitaba cargarlo en sus brazos y dejar de sentir ese vacío y desesperación.
Senju quería a su hermano, le habían dicho que estaba muerto, le hicieron perder las esperanzas y lloró por semanas, se culpó por todo y se imaginó lo peor, ¿cómo pueden pedirle que se vaya y deje Sanzu con otras personas? ¡Ella es su hermana!
Estaba alterada y asuatada, veía lo inestable que estaba Mikey y ella seguramente estaba igual, por esa razón decidió obedecer a Takemichi y salir del salón para llamar a su tía y contarle todo.
—Encontré a Sanzu, él está vivo, tía.
Minutos después donde Senju estuvo siendo consolada por Shion, su tía llegó y agitada le pidió que le contara todo lo sucedido.
Senju notó que la mujer no estaba sola, la policía vino con ella y aunque sólo eran dos, eran de bastante ayuda.
Cuando terminó de contar todo a su tía y los oficiales, la mujer alterada no dudó en entrar al salón, ignoró el grito del oficial y fue en busca de Sanzu.
Cuando su tía volvió unos minutos después con su hermanito, ella sólo pudo correr y abrazar con fuerza a Sanzu, siendo rápidamente correspondida.
—¡Senju, Senju!
La dulce voz de su hermano la hizo llorar aún más.
Más tarde en la noche, luego de largos papeleos, pruebas de sangre y mucho más papeleos para la mujer mayor, ellas pidieron tomar el próximo vuelo en la mañana.
Takemichi y Mikey estaban ahí para despedir al pequeño Sanzu, aunque su tía no estaba de acuerdo Senju decidió que estaba bien, después de escuchar el testimonio de ambos ella sólo estaba agradecida porque cuidaron a su hermanito.
Les agradeció y se despidió de ambos con una sonrisa, estaba segura que nunca podría pagarles todo lo que hicieron por su hermanito, también sabía que ambos estaban afectados porque Sanzu, o Haruchiyo como se enteró que ellos lo llamaban, ya no estaría más en su vida, pero Senju nada podía hacer al respecto, Sanzu es su hermanito, su única razón de vivir y luchar por algo mejor para él, ella no lo dejaría por nada.
—Ya estamos bien Sanzu-Chan, saldremos adelante, la tía y yo te cuidaremos mucho.
Me entraron sentimientos.
No voy a negarlo se me había olvidado subir el extra. Gracias una personita por recordármelo.
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¡𝗍𝖾𝗇𝖾𝗆𝗈𝗌 𝗎𝗇 𝖻𝖾𝖻é! ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶
Fanfiction¿Quien sería capaz de dejar a un bebé solito y a su suerte?, claro que Manjiro Sano no. adaptación | autor original @aigirlmy