Nueve

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Nueve: Shinichiro aun quiere a Wakasa... pero que sufra un poco.


El chico miró con una sonrisa como el otro estaba haciendo caras raras mientras acomodaba el nuevo material que había llegado al taller.

Conocía ya de bastante tiempo a Inupi para saber que algo le preocupaba, siempre fruncía el ceño, cosa que el chico odiaba hacer porque decía que así envejecía más rápido, y también su boca hacía muecas involuntarias que delataban más el desagrado hacía cualquier cosa que le estuviera molestando.

—¿Pasa algo, Inupi?—preguntó el chico llamando la atención del otro que levantó la cabeza y le dio una mirada confundida.

—No, para nada—sonrió—De hecho, todo está completo.

—No me refería al material—se río—Me refería a ti, estás haciendo gestos de que algo te incomoda, eso no es muy típico de ti.

—Oh—Inupi asintió lentamente—¿Lo hago?—ladeo la cabeza en un gesto que le pareció adorable y sonrió mientras se acercaba a él y despeinaba su cabello con cariño.

Inupi siempre le había parecido un chico que se guardaba absolutamente todo, siempre ocultaba todo detrás de un gesto frío y con cara de no importarle absolutamente si un camión te atropellaba. Shinichiro realmente admiraba mucho eso, porque permitía que Inupi pudiera ocultar absolutamente todo lo que sentía de las personas y eso era una habilidad que permitía que saliera casi ileso de las peleas, aunque sabía que guardarse sentimientos tampoco era lo más apropiado para el chico, no era sano mentalmente hablando de ello.

—Lo haces.

—Bueno, creo que no me doy cuenta de ello—suspiro.

—¿Te peleaste con Akane?—preguntó mientras se sentaba sobre el mostrador—Peor, ¿te volviste a topar con Kokonoi?

—No—Inupi evitó la mirada del chico—Ninguna de las dos.

Shinichiro le dio una mirada cómplice con una sonrisa coqueta.

—¿Y eso te molesta por alguna razón?

—¿Qué? No, para nada, para nada—Inupi casi se desnuca al negar tan rápidamente que provoco la risa en el mayor.

Era cierto que Inui sabía ocultar muy bien sus sentimientos, cualquiera que fuera, pero como todo ser humano tenía su excepción, y para ese chico era Hajime Kokonoi; cualquier cosa referente a él hacía que el chico mostrara siempre su lado más vulnerable, aquel que sabía muy pocos conocían.

—No mientas.

—No lo hago, ¿por qué querría encontrarme con ese engreído?

—Yo no sé mucho de tus gustos—suspiro—Pero concuerdo con que es un engreído.

—Bueno, tampoco hablemos mucho de engreídos, porque...

Shinichiro hizo una expresión horrorizada y se llevó una mano al pecho, actuando totalmente como una persona a la que acaban de herir.

—No acabas de mencionar eso.

Inupi río abiertamente, para después soltar un suspiro cansado, Shinichiro sabía que el chico se estaba callando algo, así que se hizo a un lado y palmeo el lugar invitándolo a sentarse; el rubio hizo caso casi de inmediato.

—Escupe.

—Guacala.

—No literalmente, tonto—choco su hombre con el del rubio sacándole una sonrisa.

—Verás, ayer tuvimos una pequeña reunión que convoco Hakkai—empezó Seishu—Y resultó ser que Mitsuya lo acompaño, nos invitaron a una fiesta.

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