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Acusaciones sin medidas

¿Cómo?—musitó de primeras muy sorprendida.—¿Está seguro que esta información es viable?

—Si, señorita Diviniti. Ellos nunca mienten.

—Sabe que es una acusación sin medida lo que me acaba de contar y es importante que no se lo diga a nadie más, asegúrese que su informante también no se lo diga nadie por el momento hasta que yo de luz verde en este asunto.

—Como ordene.

En ese momento decidió volver a dónde se estaba hospedando, un hotel para la gente de la alta nobleza y con dinero o poder en Occidente o cualquier otra parte. No podía ir directamente al palacio que hubiera sido lo más conveniente para ella pero si lo hacía sería considerado como una falta de respeto de su parte y podría ser juzgada con la máxima pena existente. La muerte.

Tomó una pluma, mojó un poco de tinta y empezó a escribir en un trozo de papel de la manera más veloz posible.

"Mi emperatriz, perdóneme por mi osadía en escribirle este mensaje pero es de mucha urgencia que nos reunamos en persona lo antes posible. No sería prudente divulgar la información que tengo en manos en una simple carta. Espero su respuesta impacientemente.

Stella Divinti"

Mandó a uno de sus mensajeros mas confiables a entregar este mensaje en persona, no quería arriesgarse. Solo esperaba que esto no fuera a más .

|•••|

Elira se despertó al cabo de un par de horas, Heinley estuvo esas dos horas nervioso e impaciente tomado de su mano fuertemente. Aysel se quedó para no parecer alguien que no se alegraba de esta noticia, ahora solo esperaba que no creasen mucho rumores muy locos que digamos. Era un hijo más, además de que el sexo no se sabía hasta el momento en el que el bebé nacía y aunque fuera un niño, un príncipe. Solo sería eso, no un heredero más.

—¿Qué pasó...?—murmuró recién despierta.—Su majestad...

—Elira, qué bien que hayas despertado.

—¿Qué me ha pasado? Lo último que recuerdo es estar hablando con la emperatriz y la reina Bahari, todo después está un poco borroso y negro.

—Es es porque estás embarazada Elira, tendremos un hijo o una hija. No se sabe pero los amare independientemente de su género.

—Qué buenas noticias.—mencionó acariciando su estómago.

—Felicidades Elira, espero que tengas un embarazo sano y saludable. Que tu príncipe o princesa nazca tan fuerte como los míos.— le dijo ella, mirándola. Le recordaba a los viejos tiempos, cuando ella estuvo embarazada de sus hijos. Cuando todo estaba bien.

—Muchas gracias su majestad, se lo agradezco.

—Si me disculpan, lo dejaré solos.

Salió de la habitación, fue a su oficina y descansó un rato. Tumbando su cabeza en la mesa y cerrando los ojos, no durmiendo pero por lo menos podía tomar una cabezadita con todo lo que estaba pasando y las cosas que podrían pasar en un futuro. Ahora tendría que lidiar con su familia en cuanto el embarazo se hiciera público, de tan solo pensar en ello le estaba dando un dolor de cabeza inmensurable.

—¿Quién es?

—Es un mensajero de parte de la señorita Divinti.

—Dile que pase.

El mensajero entró.

—Su majestad, traigo un mensaje de urgencia de la señorita Divinti.

—Muchas gracias.

Leyó la carta, la preocupación que expresaba no era normal así que decidió hacer una reunión con ella mañana mismo.

Pronto las personas del círculo personal del emperador se enteraron de la noticia, incluidos el duque y la duquesa Dhalene. Además de sus otros tres hijos con su única esposa legal, algunos tomaron la noticia como un regocijo y una bendición otros no lo celebraron tanto que digamos. Si algo que no le gustaba de su padre a Soleil, era esa consorte de él. Simplemente no le agradaba tener una tercera persona en la imagen de su familia, una que atentaba por seguro a la posición de su madre y como todos buscaban rebajarla. Solo por su origen y raíces orientales, era un gran no para ella.

—Que alegría, realmente deseo que sea niña ya que así tendré una hermana pequeña.

Qué mentira. Era para que no tuviera el mismo estatus como si tuviera un príncipe. Había que ser sinceros, era mejor un varón que una mujer cuando dependes de eso literalmente en tu vida. Las mujeres eran concebidas para alianzas matrimoniales y para parir hijos de cualquier hombre al que su padre las haya vendido a. Claro que ese nunca podría ser su caso, no siendo una princesa y teniendo el amor de su padre que era algo que mucho contaba.

—Bueno, aún es pronto para eso pero una niña estaría bien.—dijo Elira.

—Definitivamente.—sonrió falsamente.

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En medio del mar estaba él, dejando que la brisa del viento le golpease. La luna dejaba un reflejo en el mar, tan brillante como ella misma que se distorsionaba a más que se alejaban de ella. Las agua eran tranquilas a estos momentos de la noche, con razón incluso. Esto era su hogar, conocía los océanos como la palma de su mano. Cómo no si los estuvo surcando por unos años

Se sentía bien ser libre después de haber permanecido bajo el radar del mundo durante años, incluso los magos más prolíficos no sabían cuál era su poder. Solo una persona realmente lo sabía, solo ella.

Dejó su pasado, su familia y el legado que venía con eso atrás. Pero esos genes corrían en su sangre, nunca podría eliminarlos completamente. Se suponía que era un hombre muerto, villano para unos y héroe para otros.

Azariel Niord, hijo de líderes de una secta religiosa de hace siglos. Su familia, el linaje era algo esencial en él.

—Estamos listos para atracar en cuanto lleguemos señor.

—Bien, puedes retirarte.

Miró desde lejos el famoso puerto del Imperio sureño, en donde los sueños y todo lo que pudieras imaginar se volvía realidad. Se decía que ese era el verdadero paraíso, en el que si buscabas bien encontrarías todo lo que estuvieras buscando.

¿Incluso su familia?

❝𝙁𝙞𝙧𝙨𝙩  𝘾𝙝𝙞𝙡𝙙❞ ✅ (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora