𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Las criaturas mágicas

Al día siguiente, ella miró a través del ventanal del complejo de aposentos de la emperatriz de Occidente. La ciudad fue muy dañada por el repentino ataque del cual nadie esperó, realmente no hubieron indicios de algún tipo y fue de la nada. Aunque Aysel notó algo extraño, los magos y Azariel mismos tenían la capacidad de crear mucho mas destrucción de la que hicieron. Coincidentemente, fueron las zonas cercanas a las murallas que protegían la Capital las que fueron dañadas de gravedad. Establecimientos ilegales de peleas, burdeles con prostitutas, donde toda la paria social se encontraba en. No se acercaron al palacio, ni aún teniendo la posibilidad. Azariel tampoco tomó su vida, con la oportunidad dorada que se le presentó.
Un poco desconcertada sobre eso, todo se sintió demasiado extraño además de que realmente vio algo de dolor o tal vez tristeza en los ojos carmesíes de aquel hombre. El cual odiaba tanto.

En ese momento, el emperador Heinrey se hizo camino dentro de la habitación, sentándose al lado de su esposa.

—¿Te sientes mejor hoy, querida?

—Mejor, gracias por preguntar.—contestó ella, las heridas de la noche anterior aún escocían.—¿Qué se está haciendo para remediar los daños?

—Yo me estoy ocupando personalmente de ello, no necesitas preocuparte sobre eso. Deberías concentrarte mejor en descansar, especialmente porque tus poderes curativos parecen no funcionar en ti.

Heinrey decía eso ya que si Aysel normalmente se hería de alguna manera, dependiendo de la gravedad, a las horas o máximo un día se curaban. Pero en esta ocasión, parecía no tener el mismo efecto que antes. Puede que sea debido a la enfermedad que portaba la emperatriz desde hace tiempo y que solo el médico de cabecera de la emperatriz y el emperador mismo sabían de ellos. Ni siquiera la familia misma de en Oriente Aysel lo sabía. Y eso ralentice sus poderes en general, aunque parecía sólo afectar a los curativos ya que los de hielo seguían bien ahí.

—Soy la emperatriz, no debería de estar descansando aquí. Mientras que todos trabajan tan arduamente.

—Has hecho más que suficiente, defender la ciudad y tu pueblo. No hay mujer más honorable en esta Tierra que tú.—dijo él.—¿Qué es esa carta?

—No lo sé aún, la trajeron justo esta mañana.

—Ábrela.

Tomó la carta, era una carta formal de parte del decano de la Escuela de Magia en Oriente. Contenía un mensaje que decía que quería invitarla a la escuela para que diera una charla a algunos de los magos jóvenes que ahí estaban estudiando y además ayudarle con un asunto de alto secreto que le era imposible divulgar en un trozo de papel. También hablaba repetidamente de la admiración que la mayoría de los alumnos ahí sentían sobre ella.

—¿Qué dice?

—Los de la escuela de Magia quieren que vaya a dar una charla y que de paso me quede ahí para ayudar en un asunto importante.

—¿Vas a ir?—preguntó Heinrey.

Ambos sabían que si Aysel iba a Oriente, los emperadores serían informados de ello. Ella no había vuelto a aquel imperio desde el incidente que tuvo con ellos, no podía obligarse a venir a ese lugar que solo le traía malos recuerdos.

—Iré, después de todo, la Escuela de Magia Oriental no cae bajo la jurisdicción de la Corona. Pueden que tenga mucha influencia pero no tanto como yo.

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No era una viaje largo, aunque sí llegó a medianoche a aquel lugar que le llenaba de recuerdos tanto buenos como malos. Ahí estaba él director ahí esperando a recibirla.

—Le agradezco que venga con tanta rapidez, su majestad la emperatriz.—saludó el director.

—No es nada, me necesitaban. Aquí estoy.

—Le mostraría dónde se va a quedar durante los próximos días, aunque es un momento perfecto para ver el asunto de gran importancia, su majestad. Aunque si usted está muy agotada del viaje, tal vez pueda enseñarle hasta su habitación y ya mañana tratamos con el tema con tranquilidad.

—Innecesario, dígame cuál es ese asunto, señor director.—dijo la emperatriz Aysel.

—Creo que deberá verlo con sus propios ojos para creeerlo.

Todo está ambiente de misterio le estaba dejando con una gran intriga, realmente desconocía de aquel tema en el momento. No tenía ni la más mínima idea de lo que a ella le esperaba esa noche. Lo siguió hasta llegar al subsuelo del lugar de aprendizaje, solo personas con un permiso especial tenían acceso a esta zona. Luego caminaron por las catacumbas y hasta al final llegar a una pared sin salida, el director después de hacer un hechizo y la pared desapareció. Dando a ver una sala gigante con una iluminación, al ver la criatura, casi se sorprendía.

—¿Icarus?—musito ella sorprendida de ver a su dragón aquí en este lugar, ciertamente, no se esperaba verlo aquí.—¿Qué está haciendo el dragón aquí?

—Algunos expertos se lo encontraron mientras exploraban cuevas altas en las montañas en busca de restos de esta enigmática especie. Su majestad, pedimos al guardia de la Torre que viéndose a ayudar pero nos recomendó mejor que viniera usted. Según él, sabía mejor manejar al dragón.

—Por supuesto, si es mi dragón.—dijo con un tono de orgullo.—Pero está un poco flaco y pálido podría decir, sus colores de aclararon, ¿alguna de sus causas?

—La emperatriz debe saber que la Escuela de Magia no poseemos eruditos en este área especifico de las criaturas mágicas, ya que el hace tiempo que estaban extintos. O eso pensamos.

—Me aseguraré yo de investigar en la biblioteca mañana a primera hora y visitar a Icarus también.

|•••|

Mañana justo al levantarse y lavarse un poco la cara, se vistió con algunas prendas cómodas para las actividades que haría aquel día. Que no se irían más allá de investigar entre la gran variedad de libros que poseía la biblioteca de la Escuela de Magia Oriental. Eso estaba bien para ella, disfrutaba tanto de leer como otras cosas más activas.

—¿ "La Era de los Dragones, ¿Mito o realidad?" ?

❝𝙁𝙞𝙧𝙨𝙩  𝘾𝙝𝙞𝙡𝙙❞ ✅ (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora