𝐈𝐕

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Una noticia inesperada

Stella Divinti, hija única del Gran Juez Divinti y heredera al ducado también aunque fuera del otro género. Su padre era un hombre que le gustaba tener su propia opinión en las cosas y buscar la verdad, por eso mismo creían que las mujeres y hombres eran iguales y deberían ser dados los mismos derechos y oportunidades. Consiguió que las escuelas fueran mixtas pero en cuánto la sucesión de bienes cuando el progenitor fallece siempre iban a alguien varón de la familia y nunca a una mujer porque según muchos misóginos "Es un gran error dejar algo así a manos de una mujer"

Estaba en la Capital para resolver algunos asuntos de su padre que se quedó en el ducado por otros, además de disfrutar de todas las cosas que se le podían ofrecer aquí.

Un hombre con un aspecto misterioso se acercó a ella, llevaba una capa que le cubría todo el cuerpo menos la cara.

—Tengo un problema que reportarle, señorita Divinti.—dijo él.

—Hablemos en un lugar más tranquilo señor, sígame  por favor—fueron a un callejón y se giró.—Dígame el asunto, caballero.

—Según mis informantes, la noche anterior en la casa de placer sucedió algo inédito...

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Estaba ahí esperando en la habitación de las estrellas, llamada así por el techo que simula un cielo nocturno estrellado. Realmente era hermosa, habían dos trinos por así decirlo. Una para la emperatriz y otro para el emperador, eran  entidades equivalentes en Occidente. Así lo hizo saber Heinley en sus días primos como gobernante, en fondo era un buen hombre dijeras lo que dijeras. Pasó un tiempo y las puertas se abrieron, dejando ver a su mejor amiga que vio hace unos días. Se levantó de su asiento y le dio la mano.

—No sabes cuánto me alegra verte aquí, Bahari.

—Podría decir lo mismo, quiero quedarme algunos días aquí para pasar tiempo de calidad contigo después de esa larga reunión.

—Claro, ¿quieres que te enseño el palacio y después vamos a tus aposentos?

Hace tiempo que ninguna de ella sonreía así, especialmente Aysel aunque el dolor de ambas no es comparable. Bahari cuando ascendió a ser una reina, sus padres murieron poco después y también su hermana por una enfermedad genética que era heredado. Y Aysel sufrió la muerte de Azariel, además de tener que asumir el puesto de emperatriz poco después y dar a luz a dos hijos suyos que la debilitó poco a poco. Ambas tuvieron que fingir que estaban bien y no poder lamentar la muerte de sus seres amados correctamente. Créanme, eso es muy difícil de hacer.

—Este el jardín de plata del palacio, fue mandada a construir por el rey Walton II por su amor a su esposa aunque ella luego murió.

—Hermoso realmente.

—¿Te acuerdas de la fuente de los deseos de la escuela? Me pregunto si seguirá ahí.

—Seguro, si qué te has hecho un nombre aquí. Lo que Heinley hizo por ti no lo hizo ningún hombre en la historia y el tampoco tendría que haberlo hecho sabes.—comentó Bahari.— Él te sigue amando pero está confundido además de la presión que causan los nobles, no lo sabrías lo convincentes que son.

—¿Tratas de defenderlo? No quiero tener que sufrir el mismo destino que mi madre, no me gusta mancharme las manos de sangre o que una mujer así ocupe mi puesto.

—No he dicho lo contrario, solo hay que sabes encontrar un balance Aysel.—dijo.—Te duele que este con Elira pero pudo hacerlo mucho antes.

—Pero no, me prometió que no sería como los demás. Encima de que Azariel está vivo, las horas, días y años que me pasé llorando su muerte fueron en vano realmente. No tengo idea de lo que pretende.

Decidieron tomar algo en el jardín principal, con algunos dulces, bebiendo té y disfrutando de la vida de verdad. Aquella mujer no tardó en hacerse presente, que caminaba por el campo de girasoles y que su dulzura nunca terminaría. Llevaba un vestido azul, era bonito y parecía muy feliz.Más de los normal, algo había pasado.

—Su majestad.—dijo mientras daba una reverencia.—Me hace muy feliz verla de nuevo y finalmente conocer a la Reina Bahari.

—Debes de ser Elira Dhalene, me han contado mucho sobre ti.

—Es un honor conocerla, siempre he admirado la belleza de la flora en Eldoris de los libros.—sonreía como ella solía.—Me gustaría visitar la ciudad algún día de estos.

—Claro que debería.

—Pero me temo que me tengo que ir, el emperador ha ordenado que vaya a su oficina.—dijo ella.—Con su permi-

No terminó la oración antes de que se desmayase enfrente de ellas, se apresuraron de llevarla a una habitación como dios manda y a uno de los médicos de la corte a que vinieran rápidamente. También avisaron al emperador después. La doctora no tardó en dar con el porqué del desmayo y los mareos o vomitos que sufrió recientemente.

Elira estaba embarazada de dos semanas.

Se quedó asombrada en su posición, para después pedir que se retirase la doctora de la habitación. Miró con desdén a la joven tumbada en la cama, ¿y si era un príncipe? El amor no tiene fronteras, si es un príncipe más, será un rival más para el trono. Aunque Oziel es el heredero, nunca se sabe de lo que un padre es capaz de hacer. No le agradaba pensar este tipo de cosas, así de mal de la gente por estar ella sobre pensando todo.Pero era su cruel realidad a la que enfrentaba.

Heinley llegó corriendo a la habitación abriendo abruptamente las puertas sin dejar que lo hiciesen los guardias, miró a Aysel y luego a Elira.

—¿Qué ha pasado? He venido lo antes posible.

—Estaba tomando el té en el jardín con Bahari y Elira vino a nosotras, charlamos un rato pero de la nada se desmayó frente a nosotras.

—¿La han revisado?

—Así es.

—¿Qué tiene Aysel? Dímelo.

—Elira está embarazada de cuatro semanas, felicidades Heinley. Tendrás otro hijo.

En él empezó a dibujarse una amplia sonrisa mientras agradecía a Dios por la bendición y pasó seguido la abrazó, no lo sentía tan feliz desde hace tiempo. Aunque ya eran así desde hace tiempo.

❝𝙁𝙞𝙧𝙨𝙩  𝘾𝙝𝙞𝙡𝙙❞ ✅ (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora