𝐗𝐈𝐈𝐈

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La verdad

No esperaron mucho hasta celebrar la boda entre la Princes Eleonor Soleil Lazlo de Occidente y el heredero al ducado Osbert, Eric Osbert, "El caballero del Sol". Ese era el título que se le otorgaba a cada hijo heredero del duque.

Aysel ya no sabía qué hacer, que debería de sentir, como pensar sobre estas situaciones que tan grapada la tenían. Tenía sensación de que ella era la única que se preocupaba por esto y el resto solo esperaba que ella lo hiciera o arreglara sus problemas, ha estado cargando con ese peso desde que nació. Hizo tanto por todos pero no se lo habían devuelto de la misma manera, al mismo tiempo sabía que ella no debería de esperar este tipo de cosas del resto de la gente porque no eran iguales ella. No eran ella. Desde pequeña se le fue recalcado que era diferente, que no era como los demás y no debería ser como los demás. Jamás pudo llamar a un lugar como su "hogar" por mucho tiempo seguido, siempre sucedían tragedias por eses periodos de tiempo.  Primero perdió al único hombre que amó tanto y amaría hasta el fin de sus días; segundo, el hombre que prometió no ser como su padre, la mintió y nombró a una mujer como su consorte; tercero, su hija era una paria social en ese momento. Todos sabían lo que hizo, absolutamente todo el mundo lo sabía. Y no hablaban de otra cosa. Estaba agradecida a la Casa Osbert por aceptarla aún así, eso sí que fue un milagro.

Se encontraba sola merodeando por los pasillos, necesitaba despejar su mente antes de entrar a la Sala de baile donde todos estaban disfrutando de la celebración. Ella no podía, incapaz de hacerlo, por primera vez en mucho se sintió débil. Sin una armadura que la protegiese.

Caminaba y caminaba por los largos e inmensos pasillos que tan bien conocía, no pudo evitara escuchar una conversación a gritos que estaban teniendo el emperador Sovieshu y la emperatriz Navier. Sus padre pero nunca se sintió que lo fueran, excepto su padre. Con el sí que sintió aquel amor fraternal pero él de su madre se notaba un tanto distante.

—¡No puedes culparme a mí de esto! Fue solo un error de una noche, el único que he cometido en toda mi vida. He sido tan perfecta por ti y para ti, has hecho cientos de errores y yo siempre te salve de ellos.—dijo la emperatriz.

—Pero eso no excusa, ella no es ni hija y me mentiste todos estos años a mí, a ella y a todos. Eres una mentirosa sobre todo, pude verlo en sus ojos, ella ya notó la separación entre nosotros.—dijo el emperador.

—Sovieshu, tienes que entenderme. Eso te hubiera arruinado a mí y a ti, lo hice por nuestro bien.

—Por tu bien querrás decir, ya no te puedo reconocer, ¿a dónde se fue esa Navier cariñosa que sería incapaz de hacer algo semejante?

Siguieron discutiendo mientras Aysel oía todo, ella no sabía que la relación de sus padres estaba en un estado de tal deterioro. Entonces sí que hicieron un buen trabajo ocultándolo de todo el mundo, aunque ella no hubiera sabido ya que se fue de Oriente hace años. Pero habían dos personas en concreto que probablemente lo podrían saber todo. Evander y Evolet, sus dos hermanos menores mellizos. Había algo que la estaba molestando de aquella discusión, estaba hablando sobre una persona pero no decían un nombre en concreto. Parecía que era una persona muy cercana a ellos por la forma de la que hablaban de ella, también oyó un nombre que nunca antes escuchó. Lance. Un nombre masculino.

—Menos mal que mate a Lance, ¿él es su padre biológico, no? No me mientas ahora.

—Si lo es, pero Sovieshu...

—No me retractaré de mi promesa, yo sigo amándola como mi hija fuera pero no puedo tener ningún amor más por ti. Lo siento pero ya no soy capaz de fingir esta farsa.

—¿La amas más que a Evolet y Evander?

—Si...la amo más que a ellos, ella es todo lo que he querido en una hija o hijo.

—No puedo contigo, ¿quieres más a la bastarda que tus hijos legítimos?

—Aysel no es ninguna bastarda, ella es mi hija.

Escuchando aquellas palabras, todo el mundo de Aysel se desmoronó en solo segundos. Se dio cuenta de que toda su vida fue una mentira, de todo el mundo. Que nada lo que era de ella debió ser de ella, ella no era la hija del padre que tanto quería y su padre no era el padre de la hija que más amaba sobre todos. También estaba furiosa ante su madre, guardó este secreto y no se lo contó a nadie. Abrió las puertas de aquella habitación de golpe, con una expresión de enfado y furia en su rostro.

—Entonces, madre, ¿no soy la hija de mi padre?—pregunto con una voz rota.

—Cariño eso no era lo que quería decir-

—¡Basta de mentiras ya! ¿No crees que son suficientes mentiras? Tenías que arruinar este día, este día especialmente.

—Sovieshu...no es...tu padre.—pronunció la emperatriz con la voz quebrada, algunas lágrimas salieron de sus ojos.—Pero Aysel eso no significa nada.

—¿Pararás de fingir? Tuve suficiente, escuché toda la conversación. No tienes amor por mí, solo por Evolet y Evander, tus mellizos perfectos, ¿no es correcto?—dijo ella.—Dediqué toda mi vida a complaceros a vos y al emperador, a este imperio, a ser una persona suficientemente buena para una princesa oriental, un princess heredera. Sacrifique muchas cosas por este lugar y sus personas.

—¿Qué posiblemente podrías haber sacrificado tú, que ninguno de los demás en tu posición no ha hecho?

—A mi, me sacrifique a mí misma. Y al amor de mi vida, se bien de lo que le hiciste, de lo que me hiciste sufrir a consecuencia y cómo me consolabas falsamente.

—Estás exagerando.—soltó la emperatriz harta de escuchar a su hija.—Hemos hecho todo para protegerte.

—No, yo hice de todo por vosotros y aún así me mentisteis durante tanto tiempo. Ninguno de los dos merece ser llamado madre o padre.

❝𝙁𝙞𝙧𝙨𝙩  𝘾𝙝𝙞𝙡𝙙❞ ✅ (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora