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Se sentía como dormitar sobre millones de nubes y algodones. Le gustaba permanecer recostado sobre el césped un rato mientras veía a las luciérnagas adornar el bosque, así como las estrellas el cielo nocturno.

Jamás se aburría de ese sueño, porque claro él sabía que esa maravillosa escena no podía ser real. Simplemente se permitía disfrutar de ese momento a solas, sin hacer nada y sin pensar en nada.

Su boca no pudo evitar volverse una sonrisa al escuchar las pisadas del canino avanzar hasta ponerse a su lado.
Volvió su mirada café hacia ese enorme lobo color carbón y ojos cual diamantes.
Lo acarició y como todas las noches que se veian, el animal ni se inmutó ante el tacto, solamente cerró sus ojitos y los abrió al no sentir la palma del castaño sobre su pelaje.

El inmortal tomó una ramita que palmeó hace unos segundos, la meneó frente al canino y la lanzó no tan lejos.
El imponente animal no movió más que sus orejas, ni siquiera se dignó a seguir el objeto con la vista.
-Jamás lograré que juegues conmigo como un perro normal, ¿verdad?- habló Hob, ladeando su cabeza. Acción que fue imitada por su compañero animal, el cual soltó un gruñido segundos después.
-Por supuesto, lobo no perro. Disculpa-

Aquella criatura de la noche había acompañado a Gadling en sus sueños desde que su vida habia dado el giro de mortal a inmortal; de hecho, habia extrañado ver al animal que se convirtió en su amigo de sueños en esos años que se habia ausentado.
Se habia asustado al no verlo esos 100 años, pero luego recordó que solo era un sueño y si no lo veía por las noches, solo significaba que su subconsciente quería imaginar otras cosas, ¿no?

Luego de volverse maestro de universidad, lo volvió a ver. Hob llegó a la conclusión de que era quizá su animal protector o algo parecido, porque sino ¿Qué otra razón habría de ver al mismo lobo todas las noches en el mismo escenario?

-Entonces, ¿Vamos a caminar?- cuestionó, poniéndome en pie para sentir el frío suelo tocar sus pies descalzos.
Se estaría congelando de no ser porque en sus sueños, su ropa cambiaba a un pantalón cómodo, una camiseta ligera y una bata calientita que envolvía perfectamente sus brazos y cuerpo.

La criatura caminó unos pasos delante, esperando que el contrario lo siguiera.
Hob vió la postura segura, un poco altanera, pero serena del lobo y dijo: -Me recuerdas a alguien- mencionó, sin terminar ahí sus palabras. -Ni siquiera dejas que te ponga un nombre, ¿Cómo quieres que me dirija a ti?-

"¿Lobo?", pensó. Y como si el animal le hubiese leído la mente, aulló suavemente.

Casi al instante, la cabeza de Hob comenzó a pillar muy en el fondo, era como si un ruido constante moletara su cerebro y lo obligara a salir de ahí.
"Ya oi, ya oi", susurró al entender de qué se trataba. Era su alarma.

¿Tan rápido había pasado el tiempo?

-Ya desperté- murmuró contra la almohada.
Se aproximó a prepararse para iniciar otro día, aún con la imagen del lobo con ojos diamantes en su mente.
-Más les vale a esos niños poner atención hoy, porque...

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...este tema viene en el examen- anunció a sus alumnos al terminar de trazar el tema sobre la pizarra.

El inmortal ignoró el coro de quejas que se presentaron de manera casi queda en todo el salón y comenzó a narrar: -Ahora comencemos con "La mitología griega"-

Gadling amaba su trabajo, podría decirse que después de tantos años de conocimiento le quedaba como anillo al dedo; y aunque los jóvenes casi no le prestacen atención, el hecho de pensar que podría transmitir un poco de su conocimiento a alguno de ellos era suficiente para él.

❍ the endless ❍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora