VEINTE

80 9 3
                                    

ESO ES TODO. Esa es mi historia. El ascenso. La caída. Fin. Y ahora —aquí estoy— en este pésimo restaurante al que Nicolas y Javier me arrastraron, donde acabo de decirles más o menos la misma historia que te conté.

Cuando yo tenía seis años, aprendí a montar en bicicleta. Como todos los niños cuando les quitan las ruedas de entrenamiento, me caí. Mucho. Cada vez que esto ocurría, Nico era quien estaba allí. Me quitaba el polvo, besaba los raspones y me convencía de volver a subir. Así que es natural que espere que mi hermano sea compasivo sobre mi angustia. Suave. Simpático.

Lo que consigo es—. Eres un maldito idiota, ¿lo sabes, Emilio?

Apuesto a que comenzabas a preguntarte por qué lo llamo La Perra. Bueno, aquí lo tienes.

—¿Perdón?

—Sí, lamentable eso es lo que eres. ¿Tienes alguna idea del lío que has hecho? Siempre supe que eras malcriado y egoísta. Diablos, yo fui una de las personas que te hizo de esa manera. Pero nunca pensé que eras estúpido.

¿Eh?

—Y podría jurar que naciste con testículos. Me ahogo en mi bebida. Y Javier se ríe.

—Estoy siendo serio. Recuerdo perfectamente cambiar tu pañal y ver a esos pequeños y guapos chicos colgando allí. ¿Qué pasó con ellos? ¿Se encogieron?

¿Desaparecieron? Porque esa es la única razón en la que puedo pensar para explicar el por qué te comportarías como un cobarde patético-sin-bolas.

—¡Jesucristo, Nicolas!

—No, no creo que ni siquiera Él pueda arreglar esto.

Defensiva ira se filtra en mi pecho—. No necesito esto ahora. No de ti. Ya estoy abajo, ¿por qué mierda me estas pateando?

Él se burla—. Porque una patada en el culo es exactamente lo que necesitas para levantarte.

¿Alguna vez pensaste que cuando Joaquín dijo que estaban "muy bien", quizás se refería a que habían hecho las paces? ¿Que habían decidido ser amigos? Separarse amigablemente. Si supieras la mitad sobre una pareja como tú crees, entenderías que nadie querría poner fin a una relación de diez años en malos términos.

Ni siquiera tiene sentido. ¿Por qué querría ser amigo de alguien que solía ser capaz de coger y ya no puedo? ¿Cuál sería el maldito punto?—. No. Estás totalmente fuera de base.

Sacude la cabeza. —De todos modos, si actuaras como un hombre en lugar de un niño herido, deberías haberle dicho cómo te sentías.

Ahora él me acaba de enojar—. ¿Te parezco un idiota? Porque no lo soy. Y de ninguna manera me voy a poner en esa situación y perseguir a alguien que quiere estar con alguien más.

Una mirada llena el rostro de Nicolas que nunca había visto. Por lo menos no dirigida a mí. Es decepción.

—Por supuesto no, Emilio. ¿Por qué deberías perseguir a alguien, cuando eres tan feliz dejando que todos te persigan?

—¿Qué demonios significa eso?

—Significa que todo siempre ha sido fácil para ti. Eres guapo, inteligente, tienes una familia que te ama y las mujeres y hombres se entregan a ti como chivos expiatorios. Y la única vez que tienes que luchar por algo que quieres, una vez que tienes que arriesgar tu corazón por alguien que finalmente vale la pena, ¿qué haces? Te rindes. Disparas primero y preguntas después. Te acurrucas en una bola y te regodeas en la autocompasión.

Sacude ligeramente la cabeza y su voz se suaviza—. Ni siquiera lo intentaste, Emilio. Después de todo eso. Simplemente... lo echaste a la basura.

Mi Destino (Emiliaco)TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora