TRES

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¿HE DICHO QUE AMO MI TRABAJO?

Si mi firma fuera las Ligas Mayores de Beisbol, yo sería el jugador más valioso. Soy socio en una de las mejores bancas de inversión en la ciudad, especializada en medios de comunicación y tecnología. Sí, sí, mi padre y sus amigos más cercanos comenzaron la firma. Pero eso no quiere decir que no me haya partido el trasero para llegar adonde estoy... porque lo hice. Tampoco quiere decir que no como, respiro y duermo trabajo para ganarme la reputación que tengo, porque lo hago.

¿Ahora te preguntas qué es lo que hace un banquero como yo? Bueno, ¿conoces la escena de Pretty Woman, cuando Richard Gere le dice a Julia Roberts que su compañía compra otras y las vende pieza por pieza? Soy el que le ayuda a hacer eso. Gestiono los tratos, redacto los contratos, manejo la diligencia debida, hago los convenios de crédito, y muchas otras cosas que estoy seguro no tienes interés en escuchar. Ahora probablemente te estás preguntando ¿por qué un hombre como yo está citando una película para chicas como Pretty Woman?

La respuesta es simple: Mientras crecía, mi madre les impuso a sus jóvenes hijos la "noche de película familiar" cada semana. A La Perra le tocaba elegir la mencionada proyección cada dos semanas. Pasó por toda esa obsesión con Julia Roberts y me lo metió por la garganta por, digamos, un año. Puedo recitar la maldita cosa textualmente. Aunque tengo que admitir que... Richard Gere. Es condenadamente genial. Ahora de regreso al trabajo.


La mejor parte de ello es la emoción que siento cuando cierro un trato, un muy buen trato. Es como ganar en el blackjack en un casino de Las Vegas. Es como ser elegido por Jackie Chan para estar en su siguiente película . No hay nada—y me refiero a nada— mejor.  Hago la prospección de mis clientes, les recomiendo cuáles movimientos deberían hacer. Sé cuáles compañías se mueren por ser compradas y cuáles necesitan una toma hostil. Soy el que tiene la información privilegiada sobre cuál magnate de los medios de comunicación está listo para saltar del puente del río Han porque gastó demasiado de las ganancias de la compañía en costosas prostitutas.

La competencia por los clientes es feroz. Tienes que seducirlos, hacerlos desearte, hacerles creer que nadie más puede hacer por ellos lo que tú puedes. Es como follar. Pero en lugar de conseguir un pedazo de trasero al final del día, consigo un gran y gordo cheque. Hago dinero para mis clientes y para mí... montones de dinero.

Los hijos de los socios de mi padre también trabajan aquí, Javier y Eduardo. Sí, ese Eduardo: el marido de La Perra. Al igual que nuestros padres, nosotros tres crecimos juntos, fuimos juntos a la escuela, y ahora trabajamos en la firma juntos. Los viejos nos dejan el verdadero trabajo. Ellos vienen de vez en cuando, para sentir como si aún estuvieran manejando las cosas, y después se dirigen al club campestre para meterse en un juego de golf por la tarde.

Javier y Eduardo también son buenos en el trabajo, no me malinterpretes. Pero yo soy la estrella. Soy el tiburón. Soy el que piden los clientes y al que temen las compañías que se hunden. Ellos lo saben y yo también. La mañana del lunes estoy en mi oficina a las nueve a.m., igual que siempre. Mi secretaria, la pequeña rubia ardiente con buenos senos, ya está ahí, lista con mi programa para el día, mis mensajes del fin de semana, y la mejor taza de café.

No, a ella no la he follado.

No es que no me encantaría. Créeme, si no trabajara para mí, golpearía eso más duro que Mohammed Ali. Pero tengo reglas... valores morales, se podría decir. Uno de ellos es no joder en la oficina. No cago donde como, no follo donde trabajo. Sin olvidar los problemas por acoso sexual que acarrearía; sólo no es bueno para el negocio. Es poco profesional.

Así que, porque Maria es la única mujer aparte de mis familiares consanguíneos con la que tengo interacciones platónicas, es también la única miembro del sexo opuesto a la que he considerado mi amiga. Tenemos una fabulosa relación laboral. Maria es simplemente... maravillosa.

Mi Destino (Emiliaco)TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora