FINAL

105 12 0
                                    

NOSOTROS LLEGAMOS A LA CAMA. EVENTUALMENTE.

Un par de horas y tres orgasmos más tarde, estamos recostados lado a lado uno frente al otro. Compartiendo una almohada. La almohada.

—Dilo de nuevo.

Es la décima vez que me lo ha pedido. Pero no me importa. Lo diré hasta que mi cara se ponga azul si él quiere.

—Te amo, Joaquín.

Él suspira. Parece contento—. Voy a ser muy pegajoso y necesitado por las próximas semanas. Deberías estar preparado.

—Yo estaré inseguro y celoso. Funcionará de maravilla. Hay una sonrisa en su voz. —Me dijiste que no eras celoso.

Me encojo de hombros. —También dije que nunca más iba a mentirte.

Sus manos peinan suavemente mi cabello en la parte de atrás—. ¿Cuándo lo supiste? Sonrió. —La primera vez me dejaste estar dentro de ti sin condón.

Jala mi cabello. Duro.

—¡Ay! ¡Jesús!

Su voz es exasperada, como la de una madre que acaba de pillar a su hijo tomando una galleta fuera de los límites por décima vez.

—Emilio. Eso no suena muy romántico.

—¿No lo crees?

Encuentro la fuerza para levantar la cabeza, y luego la bajo sobre su ya endurecido pezón. Lo chupo, lo provoco con mis dientes, antes de lentamente dejarlo ir con un pop.

—Porque creo que llegar dentro de ti es muy, muy romántico.

Cuando empiezo a dar el mismo tratamiento a la otra belleza, Joaco jadea. —Es un buen punto. Me río entre dientes. —Todos lo son, cariño.

Recuesto mi cabeza de nuevo, arrastrando mis dedos por su brazo, fascinado por la carne de gallina que se eleva a medida que avanzo.

—¿No vas a preguntarme cuándo lo supe?— pregunta.

—¿Cuándo qué?

Joaco rueda sobre su estómago. Y su cabello se mueve sobre su hombro, llegando a la piel en mis costillas. Haciendo cosquillas como una pluma. Es excitante. Sensual. Y así, estoy listo para otra ronda.

Edward Cullen puede tomar su estúpida heroína y morirse de una sobredosis. Joaco es mi propia marca de Viagra.

—Cuando supe que estaba enamorado de ti.

¿Has notado que Joaxo no ha devuelto ninguno de mis "te amos"? Yo ciertamente sí. Pero como he dicho—no intento poner mucha fe en las palabras. Las acciones dicen más. Y cada movimiento que Joaco hace me dice que estamos en la misma página.

Aun así, tengo curiosidad.

—¿Cuándo?

Joaco se inclina hacia adelante y besa mis ojos... mis mejillas... y luego la punta de mi nariz antes de plantar un dulce beso en mis labios. Entonces se recuesta.—¿Recuerdas ese día en mi oficina?

Después de que ANdrés y yo terminamos y me puse a llorar. Asiento con la cabeza.

—Debería haber estado devastado, lo estaba, por un rato. Pero entonces entraste, y colocaste tus brazos alrededor de mí. Y yo quise que nunca te fueras. Fue como si todo lo que siempre había necesitado, todo lo que quería, estaba ahí delante de mí. Y ahí fue cuando lo supe. Que, de alguna manera, me habías absorbido y estaba totalmente enamorado de ti. —se ríe suavemente—.Estaba tan asustado... Apuesto que sí.

Mi Destino (Emiliaco)TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora