Luego de una desagradable ruptura, Park Jimin juró no volver a enamorarse y decidió utilizar a las mujeres solo para su satisfacción, sin embargo, un día una chica nueva aparece en su vida y conforme va conociéndola, su corazón vuelve a abrir sus pu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un par de días después de saber que estaba embarazada, Jungkook volvió a Seúl solo para ir por sus cosas pues por más que intenté convencerlo no logré hacerlo cambiar de opinión, fue demasiado terco en querer quedarse conmigo por lo menos los nueve meses de embarazo.
Un nuevo inicio de semana, Kook había vuelto el domingo y mi estado comenzaba a convertirse en un martirio pues ni él ni mi tía me permitían hacer cualquier cosa para ayudar en el restaurante.
Cada vez que intentaba limpiar las mesas, lavar los platos, atender a los clientes se quejaban y me regañaban diciendo que debía cuidarme y aunque por un lado me gustaba el buen trato por el otro me parecía exagerado.
—Bien, ya que aquí no me dejan hacer absolutamente nada iré a buscar trabajo a cualquier otro lado.
—Pero noona, tienes que descansar, mi sobrinita debe nacer muy saludable —Jungkook me tomó por los hombros y me hizo sentar.
—Ni siquiera sabes si será niño o niña —bufé.
—Sea lo que sea, lo amaremos —continuó mi tía. —Somin, cariño, sabemos que eres una persona muy activa y que estar sin trabajo te puede estresar pero entiende que ambos solo queremos cuidarte.
—Lo sé, pero apenas tengo unas cuantas semanas puedo ayudar aquí un buen tiempo, les prometo que cualquier malestar que tenga se los haré saber.
—Bien —ambos rodaron los ojos y continuaron con lo que estaban haciendo.
Me levanté, me acerqué a una mesa y comencé a limpiarla, fui a la cocina por un paquete de servilletas para colocar en las mesas y así lo hice con tres de ellas hasta que en la cuarta, mi torpeza apareció y las servilletas se me cayeron, me agaché para recogerlas. La campana de la puerta se rompió días atrás por lo tanto no me enteré cuando un cliente nuevo entró hasta que este mismo habló.
—Buen día, disculpe estoy buscando a una bella dama para invitarla a salir —pronunció una voz masculina.
—Lamento decirlo pero aquí solo vendemos pollo frito —respondí a la par que me enderazaba.
