XI

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Silhouette !




























Stella se había despertado temprano otra vez debido a las pesadillas que la habían atacado sin piedad, solo que esta vez, al ser las 6 am, no tenía tanto sueño.

O eso quería creer.

Entonces se levantó con pereza, saludó a Orion con un sonoro beso y luego de ir al baño, cerró la puerta detrás de si, con el gato siguiéndola por detrás.

—No puedes meterte aquí—ella lo miró severa—. la última vez me tiraste todo al inodoro.

La rubia recordaba con lujo de detalles como un día lo pescó lanzando al suelo todas sus cosas y para su mala suerte, también su cepillo de dientes.

El gato grande y gordo, la miró con lo que parecía una cara cargada de desdén y acto seguido, se adentró aún más al baño y se posicionó al lado del inodoro, casi desafiándola.

Ella lo miró sospechosa pero se dispuso a peinar su cabello, volviendo la vista al espejo del tocador, intentando desenredarlo porque estaba hecho una maraña rubia y rebelde.

Y mientras Stella cepillaba su largo cabello rubio, no pudo evitar que un pequeño flashback la atacara de repente.











“ —Quédate quieta cariño, ya casi termino—el hombre suspiró profundamente al verla retorcerse bajo sus manos.

Había intentado cepillarle el cabello luego de haberle cortado uno de sus lindos mechones rubios porque a un compañero de su escuela se le ocurrió pegarle un chicle allí.

Stella había llegado con sus pequeños ojos azules llorosos, su cara cabizbaja y con un gorro de lana cubriendo su cabeza y cuando él intentó hablarle, ella se echó a llorar sobre sus brazos, contándole todo—No quiero, me va a quedar horrible.

Siguió acariciándole el cabello luego de sacarle el gorro y hasta le prometió que quedaría igual que una princesa, pero lejos de alegrarse, ella siguió sollozando.

—Oh vamos, te dejaré igual o más hermosa que Afrodita...—comentó con una sonrisa, mientras le pasaba el cepillo por las puntas, desenredándolas.

Aquello pareció hacerla sonreír— ¿Más hermosa que la diosa de la belleza?

Él asintió con una sonrisa—Así es”








Ella salió de aquél recuerdo con una sonrisa melancólica, aunque un tanto triste. Extrañaba muchísimo a su padre y nada de lo que hacía podría alejar el nudo en la garganta que la atacaba cada vez que pensaba, recordaba algo o siquiera hacía algo que le recordara a él.

¿Así es como siempre sería? ¿nunca terminaría de hacer el duelo porque siempre podría parecer bien y de repente largarse a llorar a pesar de haber sido hace mucho tiempo?

Recordarlo dolía. Recordar aquella infernal pesadilla que había tenido con esa pequeña Stella atormentándola y al final de todo que le arrebataran de nuevo a su padre, cuando finalmente lo había logrado abrazar de nuevo, sentir sus piezas rotas reparándose y todos los problemas esfumándose.

Ella cerró los ojos con fuerza, mientras dejaba caer el cepillo del pelo al suelo, causando un ruido que alertó al gato gordo y blanco, quién se puso en posición de ataque y erizado, mirando para todos lados, en busca de la razón del ruido.

Stella se apoyó sobre el lavabo de porcelana fría, mientras cerraba las manos en puños y unas diminutas lágrimas bajaban por sus ojos.

Recordar dolía.

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