Capítulo 15

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Owen

Muchas veces de pequeño me leyeron muchos cuentos donde siempre la vida parecía muy fácil o que siempre los finales eran felices. Llegue a creer que mi vida sería igual a los de los cuentos que me leían, pero en realidad nada fue así.

Estoy aquí, sentado encima de la lápida, lugar donde me duele tanto venir. Hacía tiempo que no venía a este sitio, se siente terrible recordar todo, siempre que vengo aquí es como si reviviera los recuerdos y los estuviera presenciando justo en este momento.

Busco mi cigarrillo, lo enciendo y le doy una calada. Veo cómo el humo se expande por el ambiente, el repugnante olor pero que de alguna manera rara me tranquiliza.

Hoy el cielo está nublado, hay nubes por todos lados, no se puede siquiera ver el reflejo del sol. Todo esta como si hubiera muerto alguien.

En efecto, estoy vivo pero mi alma murió con ella.

Cuánto la extraño. Miro la lápida, y leo lo que tiene escrito. Tenía tanta vida por delante, tanto por el cual vivir, tanto que tenía que saber, hoy más que nunca la necesito.

Te extraño.

El viento se empieza a sentir cada vez más frío y fuerte, azotando las ramas de los árboles del cementerio. Finas y delicadas gotas empiezan a caer, eso no me detuvo, tenía que estar aqui, tengo que acompañarla.

Hoy esta de cumpleaños.

De pronto empieza a llover más fuerte y siento cómo comienzan a caer gotas gruesas sobre mi, empapándome todo.

—No importa si sigue lloviendo, aquí estoy, aquí estaré... —un nudo de cola por mi garganta— perdón... perdón por no haber estado contigo. Lo siento mucho.

Siento como una lágrima logra salir a pesar de la fuerte lluvia que estaba cayendo sobre mi. El cigarrillo que tenía en mi mano quedó más que desecho y lo tiré al suelo. Me voy bajando lentamente hasta caer de rodillas sobre la tumba que yace el cuerpo desde hace tanto. Pongo mi mano sobre el césped y cierro los ojos.

—Te amo...

Me levanto y comienzo a caminar para salir del lugar.

Cuando voy saliendo ya del sitio veo que ya me estaban esperando.

—Joven Owen, está completamente empapado.

Escucho decir y miro a quien me lo dijo.

—No, fíjate —respondo.

—Ya veo que hoy no anda de buenas.

—¿Tú que crees? —respondo con indiferencia, noto aclara su garganta y como su expresión pasa a incomodes— lo siento no es lo que quería responder... Yo solo...

—No —zanja— no tienes porque disculparte. Es tu dolor, lo entiendo. ¿Nos vamos? —señala el auto con su mano y yo asiento.

Antonio es como un padre para mi, a sido mi cuidador y mi chofer desde que tengo memoria. Siempre me ha dado la atención que necesito, solo que su trabajo es profesional, pero igual no quita que yo sienta un gran aprecio hacia el.

Su estatura no es la más sorprendente. Mide como 1.68. Es de tez Moreno. Canas se asoman por su cabello castaño, y una barba bien cuidada se presenta en el. Tiene aproximadamente 44 años.

—Antonio, de verdad discúlpame. —digo apenado.

—Joven, si lo que quiere oír de mí son unas disculpas para que esté tranquilo. Esta bien. Lo disculpo —me da una sonrisa de boca cerrada sincera que me causa tranquilidad.

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2022 ⏰

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