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- Yang - el mayor dudó, ¿qué se supone que debería decir? - ¿qué estás haciendo aquí?

- Nada - volteó su vista hacia otro lado tratando de evitar que el alto lo viera de esa manera - solo quería preguntarte si querías ir por un panqueque más tarde - sonrió mientras su voz de nuevo se ponía frágil.

- Yo - trató de acercarse al menor, pero éste retrocedió.

- Olvídalo, me siento cansado - dio media vuelta para ingresar de nuevo a la casa.

- Espera.

- Lo siento, no quiero verte ni hablar contigo por ahora.

El menor sin siquiera voltear a ver al otro encaminó sus pasos hasta dentro de la mansión y ahí partió a su habitación, se sentía realmente mal por lo que había presenciado cuando volvía hacia el mayor para invitarlo a uno de sus lugares favoritos de postres.

Lo que más le dolió no fue el hecho de que haya gritado que lo odiara, él de antemano sabía perfectamente que ese era el sentir del pelinegro hacia su persona., lo que en realidad le dolió fue la manera en la que arruinó lo que le había regalado. Bien pudo Jeongin quedarse con el accesorio y después venderlo, pero no, prefirió compartirlo con él porque justamente lo ganaron los dos.

Sí, el menor trataba de convencerse de que esa era la verdadera razón.

Dieron las 8 de la noche y el menor estaba hambriento, apenas y había comido unos pocos alimentos, pues después del suceso más temprano con Hyunjin salió de la casa por la parte trasera, tomó un poco de dinero y comió algo rápido, esperaba que no le hiciera daño a su estómago, pero ni modos, sería un riesgo que correría porque lo que menos quería ahora era tener que ver al mayor.

Cuando regresó la casa parecía estar en un silencio horrible, nunca había estado de esa manera, o tal vez nunca se había percatado de eso. Fue de nuevo hasta su habitación y después de tomar un baño escuchó que alguien tocaba su puerta, cuando estuvo a punto de abrir escuchó que se trataba de Hyunjin por lo que le pidió que se retirara y a pesar de la insistencia del mayor para que le abriera la puerta, en ningún momento cedió.

Al cabo de unos minutos el pelinegro se fue y Jeongin por fin pudo respirar de nuevo. Pero esa tranquilidad se fue al escuchar que de nuevo tocaban su puerta, estuvo a punto de gritar que lo dejaran en paz, pero se contuvo al escuchar que se trataba de la cocinera, cuando abrió la mujer le entregó una charola con su merienda a lo que él agradeció de sobremanera.

Pero a unos pasos se encontraba Hyunjin escondido detrás de un muro observando como a ella sí le abrió el menor y es que él había enviado a la mujer con la preocupación de que Jeongin no hubiera ingerido ningún alimento y según recordaba, el médico dijo que debía cuidarlo.

Así pasaron largas horas y ninguno de los dos podía conciliar el sueño, cada uno en su respectiva habitación hacia el recuento de todo lo sucedido durante el día. Afortunadamente Jeongin no tardó mucho para caer dormido pues su salud no estaba del todo bien, soñaba cosas raras y entre ellas que caía en un río pues sentía que donde estaba se movía demasiado y se asustó.

Abrió los ojos tratando de terminar con esa pesadilla, tomó un respiro y se acomodó de mejor manera sobre su cama, pero al girar soltó un grito asustadizo.

Hyunjin estaba durmiendo a su lado, jalando gran parte de la sabana.

- Cállate Yang - medio dijo el mayor al abrir de a poco los ojos.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- Es mi casa, puedo dormir donde sea.

- ¿Desde hace cuánto estás aquí?

𝗻𝗼𝘃𝗶𝗼 𝗲𝗻 𝗮𝗽𝘂𝗿𝗼𝘀 ❁ hyunin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora