Capítulo 1: Dime por qué no me traes flores

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Había amanecido un maravilloso día soleado en París, pero aún hacía frío. Por eso los alumnos del instituto Françoise Dupont se reunían en corros, justo donde los rayos del sol alcanzaban el patio, para comentar los acontecimientos y cotilleos del último fin de semana.

Todos, menos Marinette, que se había sentado en uno de los bancos, apartada de sus compañeros, mientras garabateaba en su cuaderno de bocetos. Llevaba varios días trabajando intensamente en un diseño, y en esta ocasión tenía una fecha límite para terminarlo. Sin embargo, entre las tareas escolares y sus obligaciones como Ladybug, apenas había encontrado tiempo para avanzar. Y estaba empezando a preocuparse.

Frunció el ceño, pensativa, y examinó de nuevo el dibujo que había trazado sobre la página. Se trataba de un vestido de noche, con cuerpo ajustado, tirantes y falda vaporosa con muchos volantes. Ella tenía una cierta idea sobre los bordados que lo adornarían, pero dudaba en detalles como la cintura o el color de la tela. Suspiró y se frotó un ojo con cansancio. ¿Sería vulgar? ¿Muy cursi? ¿Demasiado recargado? No lo sabía, y lo peor era que le costaba concentrarse porque realmente se sentía muy cansada.

Tampoco ayudaba el hecho de que la irritante voz de Chloé se oyese por todo el patio.

-¡Ridículo! ¡Completamente ridículo!

Marinette suspiró otra vez. No tenía el menor interés en averiguar qué era lo que le parecía ridículo a Chloé en esta ocasión, pero al parecer ella se había propuesto que todo el mundo se enterase, lo quisiera o no.

-¡Esa historia no tiene ningún sentido! -estaba diciendo Chloé-. ¿Por qué iba a regalarle mi Adrián un rosa a esa... esa...?

Las palabras penetraron perezosamente en el cerebro de Marinette, y ella tardó un poco en procesarlas.

«¿Rosa...? ¿Adrián...?».

Lila Rossi respondió algo, pero Marinette no llegó a escucharla. Seguía peleando con su diseño. «Rosas...», pensó, y dibujó algunas flores en la cintura del vestido. Lo observó con gesto crítico. ¿Quedaba elegante o, por el contrario, era un añadido innecesario? Se frotó las sienes, agotada. Le costaba mucho pensar.

-Por favor, no me hagas reír -replicó Chloé-. Que esa borde guardase una rosa seca como si fuese un tesoro no significa que se la hubiese dado Adrián. «Mi» Adrián no va por ahí regalando rosas a cualquiera, ¿sabes?

Marinette frunció el ceño, alzó la cabeza y prestó atención. ¿Había oído bien?

-Bueno, sé que sois amigos desde hace mucho tiempo -respondió Lila dulcemente, aunque Marinette no pasó por alto que había recalcado la palabra «amigos»-. Pero yo estaba allí cuando akumatizaron a Kagami, ¿recuerdas? Se obsesionó conmigo solo porque Adrián me estuvo ayudando con los deberes, ya ves qué cosa. Su objeto akumatizado era una rosa seca, y yo solo digo que probablemente haya una relación...

-¿Relación? ¡Ja! Más quisiera ella -replicó Chloé con desdén-. Solo pasan tiempo juntos porque sus padres se llevan bien, pero mi Adriancito no tiene el menor interés en esa Kagumi... Kugomi o como se llame.

-Kagami -se oyó entonces la voz de Alya, y Marinette vio que se había unido a la conversación.

El corazón le latió un poco más deprisa. Sabía que Chloé sí estaba preocupada por la cercanía entre Kagami y Adrián. Sabía que la versión akumatizada de Kagami había centrado sus esfuerzos en alejar a Lila de Adrián. Sabía que, por una vez, era cierto lo que Lila decía: su objeto akumatizado era una rosa seca, ella misma lo había visto.

vals después de media noche ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora