Capítulo 4: Una lágrima bajo la lluvia

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Mientras esperaba su turno entre bambalinas, Marinette se dio la vuelta para mirarse en el espejo de la pared. En la penumbra, sus rasgos también parecían indefinidos, como si no fuese una niña asustada y con los nervios a flor de piel, sino una dama misteriosa oculta entre las sombras.


Como Ladybug, pensó de pronto.

Obviamente, seguía siendo Marinette. Y aquel vestido no era el tipo de ropa que estaba acostumbrada a llevar.

Pero tampoco lo había sido el traje de superheroína, la primera vez que se había transformado para luchar contra Corazón de Piedra. Y al final, mejor o peor, habían vencido.

La máscara de Ladybug le había permitido desarrollar una nueva y mejorada versión de sí misma; quizá el hecho de vestirse de gala era otra oportunidad para dejar de lado por un rato a la torpe Marinette, la chica que no podía hablar sin tartamudear, ni caminar sin tropezar. Adrián la había visto nerviosa e insegura en la habitación, pero aún no era demasiado tarde para darle la vuelta a la situación.

Como había sucedido con Corazón de Piedra.

Respiró hondo. «Haré que Adrián esté orgulloso de mí», se dijo. «Y, quién sabe...»

No se atrevió a tirar de aquel hilo de pensamiento, pero recordaba muy bien las palabras de Alya: «A veces sucede que, de pronto, de un día para otro... puedes dejar de ver a un amigo como tal... y empiezas a verlo de otra manera..., como a alguien especial».

Sacudió la cabeza. No debía pensar en eso, solo centrarse en la prueba que tenía por delante. «Puedo hacerlo, puedo hacerlo».

Habían desfilado ya cuatro modelos, y quedaban solamente dos delante de ella. Marinette prestó atención a la voz de Nathalie que, a través de los altavoces, presentaba y describía cada uno de los diseños. El tono profesional de la mujer la tranquilizó un poco. Le hizo recordar que, por encima del desfile, de los focos y los flashes de las cámaras, se trataba de un certamen de diseño de moda, algo que la apasionaba y que, según parecía, no se le daba mal del todo.

La última modelo antes que caminaba ya de regreso al telón de fondo. Marinette cruzó una mirada con Sophie. Ella parecía aún muy asustada, pero sonrió. Marinette le devolvió la sonrisa y le guiñó un ojo, fingiendo más valor del que sentía en realidad.

La modelo abandonó la pasarela y el telón se cerró tras ella.

-Tu turno, Dupain-Cheng -dijo el asistente.

Marinette respiró hondo de nuevo. Sintió a Tikki rebullendo bajo su vestido. «Soy Ladybug», se recordó a sí misma. «Me he enfrentado a cosas peores».

Las cortinas se abrieron para ella, y Marinette se halló ante la pasarela, que parecía interminable bajo los focos. Se alisó una arruga imaginaria en la falda, enderezó los hombros y echó a andar.

La luz que la bañó de pronto la intimidó un poco, pero se obligó a sí misma a seguir caminando. Un pie delante de otro, recta, segura, tal como le había enseñado Adrián. Mirando al frente. Sin vacilar.

Comprobó enseguida que su amigo tenía razón: los rostros de los asistentes quedaban difuminados entre las sombras. Sabía que había mucha gente mirándola, pero no los veía.

-Marinette Dupain-Cheng -se oyó la voz de Nathalie por los altavoces-, nuestra duodécima participante de la noche, luce un vestido diseñado por ella misma...

Nathalie siguió hablando, pero Marinette apenas la escuchaba. Llegó al final de la pasarela y giró sobre sus talones. La falda voló a su alrededor, y ella sonrió. Empezaba a sentirse más que cómoda: feliz.

vals después de media noche ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora