Capítulo 5: Bajo la fría, fría lluvia.

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Marinette perdió de vista a Adrián. Lo buscó entre la multitud cuando la orquesta comenzó a tocar; a lo largo de la noche lo vio un par de veces a lo lejos, hablando con unos y con otros, pero cuando intentaba acercarse a él, siempre llegaba alguien que la entretenía.


Llegó a verlo bailando con Chloé; no era un baile lento, pero aun así se sintió un poco angustiada. ¿Y si al final Adrián no encontraba tiempo para compartir con ella el baile que le había prometido? Trató de tranquilizarse; él le había dicho que, pasara lo que pasase, siempre encontraría tiempo para ella. Y aquella noche, para ser justos, era Marinette quien parecía estar demasiado ocupada para sus amigos. Había conseguido encontrar un momento para llamar a sus padres y contarles brevemente todo lo que había pasado, e incluso había buscado a Sophie por el salón; pero no la había encontrado, y había llegado a la conclusión de que su nueva amiga debía de haberse marchado ya a casa.

Le pareció ver a Lila a lo lejos, hablando con Nathalie, y frunció el ceño. ¿Qué estaba haciendo ella allí? Pero no tuvo tiempo de averiguarlo, porque otra persona la entretuvo antes de que pudiese acercarse a ellas.

Más tarde fue la propia Nathalie quien insistió en presentarle a algunos de los invitados. Marinette la siguió de buena gana... pero entonces vio a Lila arrastrando a Adrián de la mano, hacia la terraza.

-Discúlpeme un momento -murmuró; y, sin hacer caso de las objeciones de Nathalie, se abrió paso entre la multitud, tratando de no perder de vista a la pareja.

Fuera llovía a cántaros, de modo que, cuando salió por fin a la terraza, se quedó bajo la cornisa para no mojarse. Miró a su alrededor, pero no los vio por ninguna parte. Tras ella, en el salón, los músicos anunciaron que iban a tocar la última pieza, y el corazón de Marinette se aceleró. «¿Bailarías conmigo?», le había preguntado a Adrián. «Por supuesto», había respondido él.

Pero su noche perfecta de cuento de hadas iba a terminar mucho antes de lo que ella había imaginado.

Dudó un momento, inspiró hondo y se arriesgó a abandonar la protección de la cornisa para salir bajo la lluvia, en busca de Lila y Adrián.

Vio una sombra moviéndose un poco más allá, de modo que se recogió la falda y se acercó, con el corazón latiéndole con fuerza.

Notó que la terraza estaba decorada con unas curiosas guirnaldas que no había visto antes, y se detuvo un momento para observarlas con extrañeza. Parecían jirones de tela, y estaban por todas partes. Si alguna vez habían sido bonitos, ahora desde luego no lo parecían. Estaban empapados y chorreaban agua de lluvia. Además, la forma en que lo envolvían todo recordaba a una siniestra tela de araña.

Marinette, tiritando de frío, apartó uno de los jirones de tela para refugiarse bajo una de las sombrillas que rodeaban la piscina.

La tela se agitó tras ella como si tuviese vida propia, pero la chica no se dio cuenta.

-¿Adrián? -preguntó, inquieta.

Estaba muy oscuro en aquel rincón, y por un momento temió sorprender a Lila y a Adrián besándose o algo parecido. Sacudió la cabeza, tratando de alejar aquella imagen de su mente.

La sombra se incorporó, y Marinette retrocedió, asustada.

Parecía un fantasma. Llevaba el cabello largo y suelto, pero se movía a su alrededor, a pesar de la lluvia, como si lo sacudiese una misteriosa brisa espectral. Su vestido parecía mustio y ajado, y Marinette descubrió con alarma que lo que había tomado por guirnaldas eran jirones de su falda, que estaban por todas partes.

-Vaya, vaya -murmuró la desconocida-. Si es la flamante ganadora del concurso, la chica de la que todo el mundo habla.

Avanzó hacia ella. Sus pies no tocaban el suelo. Marinette se dio cuenta de que era un akuma justo antes de que desplegara tres pares de brazos ante ella.

vals después de media noche ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora