Capitulo 3 Parte 1 | Mar de estrellas

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Que puto aburrimiento.

Desde que habíamos pisado Los Ángeles no había salido ni un minuto de mi cuarto, y mucho menos a la calle, papá no quería que saliéramos porque según el podíamos perdernos, y lo único que me había mantenido entretenida era comenzar a arreglar y decorar mi cuarto. 

Me sentía como rapunzel cuando estaba atrapada en la torre, lo único que me faltaba es que un príncipe viniera a rescatarme, preferiblemente si ese príncipe se trataba de algún personaje ficticio, aunque la verdad lo veo muy lejos de que se haga realidad.

Ya habían pasado 2 días desde que nos mudamos a Los Ángeles, mamá y yo no las habíamos pasado desempacando y decorando la casa junto con Jake, mientras que papá se encontraba resolviendo unos cuantos asuntos en su empresa.

Desde que tenía memoria mi papá siempre había querido que me uniera a su empresa y estudiara algo que tuviera que ver con los negocios, pero a mí nunca me gustó nada relacionado con eso, para mí era algo demasiado aburrido y no iba con mi personalidad, era demasiado hiperactiva como para estar sentada todo el día detrás de una pantalla y con un montón de papeles a los lados, de solo pensarlo me daba sueño. 

Además, aún no había decidido que iba a pasar con mi vida después de que terminara la escuela, no sabía si iba a ir a la universidad, si lograría superar todos mis miedos, no tenía ni puta idea de lo que pasaría después, antes de que todo se arruinara yo ya tenía mi futuro planeado. Terminaría la escuela, estudiaría medicina, me graduaría, conseguiría un empleo estable y tendría la casa de mis sueños. Para algunos podría sonar aburrido, pero para mí era maravilloso, pero eso era antes, ahora ya ni siquiera sabía lo que quería estudiar o si lograría terminar la escuela.

También había pasado por mi cabeza estudiar musica pero solo lo veía como un pasatiempo y aparte no había tocado piano ni ningún otro instrumento desde que mi abuelo falleció. Todo eso me recordaba a él, y más sabiendo que antes de que el falleciera le había prometido volver a tocar una pieza juntos esperando que mejorara, pero nunca paso. 

Dolía demasiado saber que ya nunca volveríamos a tocar piano juntos, que ya no escucharía su voz y que cada día que pasaba la estaba olvidando poco a poco.

No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que sentí el salado de mis lágrimas.

Mierda.

¿Por qué siempre tenía que pensar en cosas que me lastimaban? 

¿Por qué siempre tenía que fingir enfrente de todos?

Porque lo odiaba, odiaba fingir que estaba bien, odiaba fingir que ya había superado la muerte de mi abuelo cuando no era así, odiaba fingir que no me importaba lo que los demás dijeran de mí, y odiaba fingir que estaba superando las drogas, cuando cada día me sigo hundiendo más en ellas, y que veo lejos la probabilidad de salir de este agujero negro.

Las lágrimas continuaban saliendo. Me puse de pie rápidamente logrando que me marease un poco pero no me detuve hasta que llegue a mi mesita de noche y con las manos temblando, abrí una de las gavetas sacando una pequeña caja.

Cuando abrí la caja, me quedé mirando por unos segundos las pequeñas bolsas que había, pero sin pensarlo tanto agarre una junto con una tarjeta que tenía guardada ahí mismo y casi desmayada me fui a sentar al pequeño sillón que había en mi habitación poniendo la tarjeta en la mesa que tenía enfrente.

Lo estaba pensando demasiado, no quería volver a caer de nuevo, se suponía que nos mudaríamos para que yo pudiera mejorar y no estaba ayudando en nada si cada vez que tenía un ataque de ansiedad lo único que me ayudaba a calmarme era esta cosa. 

Algún día nos volveremos a ver © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora