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De pronto un ruido me despertó,alcé el rostro y mi hermana Sara estaba sentada en el suelo a los pies de mi cama. Dándome la espalda y meciéndose. Su cabello más enmarañado que de costumbre y riendo quedito.
-ya te ví,es tarde para andar jugando,papá nos va a regañar-.
Me recosté de nuevo dirigiendo mi cara hacia la cama de ella.
Dios...
Ahí estaba Sara acostada,llorando aterrada y viéndo mis ojos fijamente haciéndome la seña de que no hiciera ruido.


                                              Fer Lagunes
                        Cuentos para monstruos

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