Capítulo 2

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Dublín. Irlanda.

Cassandra y Roxanne fueron a visitar a Bono, donde también estaban su sobrina y sobrinos nietos. Estaban todos tomando helado en copas. Bono, Jane y sus tías les preguntaban a los nenes que cómo les estaba yendo en el colegio y si en todos esos meses habían hecho amigos nuevos. Ellos les contaban que les estaban enseñando a multiplicar y a dividir, y a sumar y restar, que les enseñaban también a usar tinta china y a hacer figuras con palitos de helado, entre otras cosas. Con respecto a nuevas amistades, los chicos contaban que últimamente estaban jugando mucho con unas nenas que se llamaban Amanda y Lena, que eran hermanas. Amanda era la mayor; y Lena, la menor por dos años. También jugaban con otros de nombre Emilia, Carl, Simon, Debora y Erik, pero principalmente con las que eran hermanas.

—¿Va a venir el abuelo? —preguntó Melody.

—No lo sé, mi amor —contestó su papá.

—¿Por qué ya no se hablan? Es porque vos y mamá se separaron, ¿no? —supuso Arthur.

—Sí, fue por eso —confirmó Bono—. Él y yo no nos llevamos bien, nada más.

—Pero, ¿por qué? Es tu papá; deberían llevarse mejor —opinó Melody—. Con la tía Jane se lleva bien, con mamá, con ustedes —dijo mirando a sus tías abuelas.

—Con nosotros también se lleva bien —agregó Arthur.

—¿Por qué con vos no? —preguntó Melody.

—Es que el abuelo es muy estricto y de mente cerrada —contestó Roxanne.

—¿Qué es ser mente cerrada? —preguntó Arthur.

—Que no acepta otros pensamientos —contestó Jane.

—Y ya saben que tengo ideas que el abuelo no comparte, y bueno —suspiró—, eso hace que discutamos a veces. Aunque antes peleábamos más.

—No entiendo por qué le parece mal que hayas tenido un novio. Vos y mamá nos dijeron que eso está bien —dijo Arthur.

—Y sí, está bien —confirmó Bono—. Vamos a volver a hablarnos algún día —les aseguró, aunque un poco sabiendo que tal vez no sería así.

Un día, en verano, Bono iba manejando cuando de repente se le atravesó un tipo que ni siquiera miró a ambos lados antes de cruzar. Bono intentó frenar, pero se apareció tan de repente que no le dio tiempo y lo terminó atropellando. Se bajó enseguida para ver cómo estaba. Algunos autos también pararon y la gente se bajó a ver qué había pasado, si estaba vivo o no. El tipo estaba inconsciente y era un veinteañero. Alguien se acercó a una cabina telefónica para llamar a una ambulancia, mientras Bono trataba de despertarlo, pero no lo lograba. Algunos fotógrafos que justo pasaban por ahí aprovecharon la situación para sacar fotos desde la vereda. La ambulancia llegó enseguida. Minutos después, Bono estaba en el hospital, en la sala de espera, esperando no haberlo matado. Vio llegar a una señora con un hombre joven como el que había atropellado. La señora preguntó por "Noel Gallagher", y le dijeron que todavía estaba en la sala quirúrgica. Bono la escuchó y reconoció el nombre porque había visto su pasaporte de Inglaterra. La señora y su hijo se sentaron.

—Tranquila, mamá, va a salir —la consolaba su hijo. Bono los veía y se levantó, ya que estaban a unas sillas lejos de él. Se paró frente a ellos.

—Disculpen —dijo para llamar su atención. Los dos lo miraron.

—¿Qué querés? —preguntó el tipo de mal modo.

—Liam, no seas maleducado —dijo su mamá en voz baja.

—Nada más quería decirles que...siento haber atropellado a Noel. Es que los escuché y recordé su nombre. Ya sé que mis disculpas no son suficientes, pero...igual les pido perdón. —Liam lo miraba con bronca y luego se levantó bruscamente.

Aceptación 2: El precio de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora