Capítulo 14

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Los chicos estaban en el colegio. Tocó el timbre, y salieron todos al recreo. Amanda estaba llorando un poco y no tenía ganas de salir, y Melody se quedó con ella, pero la maestra les dijo que debían salir todos. No les quedó más opción que hacer caso. Se juntaron los cuatro en el patio.

—Vamos a jugar, no estés así —le sugirió Melody—. No dejés que te afecte lo que te dijeron tus papás.

—Creo que la solución sería que tu mamá y mi tío dejen de ser novios —le dijo Amanda a su amiga.

—No te apresurés. Nos vamos a poder seguir viendo con ellos, con los tíos, con todos —intentó convencerla Lena.

—Mamá ya dijo que no.

—Pero no tienen por qué terminar tu tío y mi mamá —dijo Melody.

—Tu mamá me cae bien, me gusta la pareja que ellos hacen, pero no quiero estar alejada de mis tíos y mis abuelos.

—Van a encontrar la forma de verse. Siempre lo hacen —dijo Arthur.

—¡Quiero irme de mi casa de una vez! —gritó Amanda, y se fue corriendo. Los otros la siguieron hasta el baño. Melody y Lena entraron, mientras que Arthur se quedó afuera. La encontraron llorando. Le tocaron la puerta, ella les pidió que se fueran, pero sus amigas insistieron en que saliera. Al final salió. Estaba con la cabeza baja. Se secó las lágrimas.

—¿Te volvieron a pegar? —preguntó Melody. Amanda negó con la cabeza.

—Vení, lavate la cara —dijo Lena. Fueron a donde estaban las piletas de lavarse las manos, y Amanda se lavó la cara.

Esa tarde, Ilse fue a casa de Saskia por segunda vez. Por suerte, los nenes no estaban en casa, sino en clase de guitarra. Saskia tenía que ir a buscarlos en una hora. Sonó el timbre y se acercó a la puerta.

—¿Quién es?

—Ilse. Tengo que hablar seriamente con vos.

—Yo no tengo nada que hablar con vos, así que andate. —Dijo y se sentó a leer. Ilse no pensaba moverse de ahí hasta que no le abriera, así que se puso a tocar el timbre a cada rato e incluso golpear varias veces la puerta. Saskia trataba de ignorarla, pero no conseguía estar tranquila. Por lo que se levantó a abrirle.

—¿Qué querés? ¿Ahora vas a venir a molestar por cualquier cosa? —preguntó harta y con el ceño fruncido.

—Ya me enteré que vos y mi hermano están saliendo. ¿Qué pretendés con mi familia?

—Nada más somos novios, nos amamos, y mis hijos a él. Es algo que nos importa a nosotros y a nadie más, ni siquiera debería afectarte.

—Es lo que sospechaba: como tus bastardos tienen un padre ausente y rarito, querés encajarselós a mi hermano —la acusó.

—¿Terminaste de insultar a mis hijos y de acusarme falsamente? Parece que no sabés hacer otra cosa.

—Te exijo que te alejés de mi hermano. No voy a aceptar a una madre soltera como cuñada.

—Pero tu hermana me aceptó y también tus padres, así que estás sola en esto. Bueno, vos y tu marido. No vuelvas a reclamarme nada —finalizó y cerró la puerta. Ilse se quedó ahí parada y ofendida por la actitud de Saskia, pero se fue.

Viktor llamó un día a su novia y le avisó que tanto él como su hermana Gabrielle tenían pensado ir el sábado a visitarla, y ella aceptó. Su novio también le dijo que se enteró de que Ilse había ido a molestarla y se disculpó por eso, a lo que Saskia le dijo que no tiene que disculparse por las actitudes de una de sus hermanas. Por otro lado, a Gabrielle se le había ocurrido algo para conseguir evidencia del maltrato que sufría Amanda, y en parte se preguntaba por qué no se le había ocurrido antes.

Ya era sábado. Estaban en casa de su novia y cuñada con las nenas. Estas estaban jugando a la mancha en el patio con sus amigos.

—Bueno, fue difícil, pero pudimos traerlas —suspiró Gabrielle.

—¿Cómo convencieron a los padres? —preguntó Saskia.

—Le mentí a Ilse con que vos y yo ya no estábamos juntos, pero aun así tuvimos que pelear para traerlas —contó Viktor—. No saben que estamos acá.

—Pero...¿sus padres nunca pasan tiempo con ellas?

—Solamente si van a mi casa o a la de Viktor, pero pasan más tiempo con Lena. De hecho, de eso vinimos a hablarte. —Ella y su hermano empezaron a contarle sobre la situación que vivía Amanda con sus padres. Saskia no podía creer lo que estaba escuchando—. Los hemos denunciado varias veces, pero ellos siempre se las arreglan para que las niñas, principalmente Amanda, nieguen todo —contó Gabrielle mientras se le empezaban a caer unas lágrimas. Saskia le ofreció su pañuelo limpio, y su cuñada se lo aceptó.

—El padre incluso le pidió a un amigo psiquiatra que hiciera un certificado falso donde dice que Amanda es mitómana y que por eso miente con que sus padres la maltratan —agregó Viktor—. Además de haber traído a nuestras sobrinas, también vinimos porque creemos que nos podés ayudar —introdujo su novio.

—¿Cómo? —se interesó Saskia.

—Nos dijiste que sos fotógrafa y que habías trabajado sacando fotos a famosos a escondidas —recordó Gabrielle—. Queríamos pedirte que le saques unas fotos a alguno de los padres —hizo una pausa porque no supo cómo seguir—...maltratando a Amanda.

—Con que fotografíes o filmes a uno es suficiente —continuó Viktor —. Mirá, Amanda tiene danza los miércoles, e Ilse la va a buscar a las 7 de la tarde. Si querés, puedo acercarte hasta el lugar para que te sientas más segura —se ofreció.

—Perdonanos por meterte en esto, pero es la única forma que nos queda de probar que Amanda sí sufre maltrato.

—Sí, acepto ayudarlos —dijo Saskia sin dudarlo—. Cuenten conmigo para lo que sea. Y no te preocupés, Viktor, voy a estar bien —le aseguró.

Aceptación 2: El precio de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora