IV

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Haru estuvo con el estómago revuelto desde entonces, pero debía tragárselo todo para al menos sobrevivir a la boda. Eso le hizo pensar en algo fugazmente: «Si se casa conmigo deberá estar conmigo». Se asustó por un momento, nunca había tenido pensamientos posesivos ni creyó que los llegara a tener nunca... Pero algo dentro de ella pensando que Akechi sería únicamente para ella cuando había chicas mucho más populares y guapas que ella babeando por él todos los días en su clase se sentía bien. Era incluso emocionante. Y aunque le gustara Ren, pensaba que podría hacer que se olvidara de él, y hoy era el comienzo.

La boda ya estaba preparada y los invitados esperando, o al menos gran parte de ellos. La boda era bastante pobre: debido a que ninguno de ellos tenía amigos fuera de los Ladrones Fantasma, allí solo había siete asientos (incluyendo hasta uno para Morgana), el de los padres (ninguno de ellos tenía madre tampoco), y otros tres: uno para Mariko, ya que era como la tía de Haru y una muy buena amiga de familia, y otro para Mishima, pues iba a ser tan triste la poca gente que iba a ir que lo invitaron por pena y porque sabrían que aceptaría. El tercero estaba reservado para el abogado de la familia, que por cierto Haru nunca había llegado a conocer, y llegaba tarde. Recordaba que se llamaba «Sol» o «Saul» o algo por el estilo.

Ya estaban todos esperando excepto por Ren y el abogado. El primero estaba en la entrada del recinto esperando a Akechi. Cuando lo vio a lo lejos apartó la mirada y se hizo el desinteresado; sabía perfectamente que cuando él lo viera vendría por su cuenta.

-¿A-mamiya?

-¿Hm?

Y dio en el clavo. Lo miro de arriba hacia abajo.

-Estás muy guapo, el blanco te sienta muy bien.

-A-ah... Jajaja, gracias. Tú tampoco estás mal.

Akechi estaba perdiendo la compostura por un comentario tan inocente como ese. Nunca había sido tan directo con él, pero sabiendo sus verdaderos sentimientos, quería experimentar para ver cuál era su reacción. Ahora recordaba las palabras de Futaba y admitía que realmente era muy obvio.

-¿Puedo preguntar qué estás haciendo aquí?

-Asistir a la boda de mi amiga. Y bueno, a la de mi amigo también, a la vez. O mejor dicho, rival.

-¿Conoces a Haru?

-Sip.

-No... Tenía ni idea.

-El mundo es un pañuelo.

-Parece como si realmente el destino quisiera que nuestros caminos no se dejen de cruzar.

-¿Tienes un momento? Haru aún no está, no harás esperar a nadie.

-Claro, Amamiya, ¿qué sucede?

-Vayamos a los baños mejor.

Ambos entraron en los aseos y Ren se apoyó sobre la puerta para asegurarse de que nadie indeseado entrara.

-¿Qué quieres?

-El otro día, en el Club de Jazz. Me dijiste que no habías tenido experiencias con ninguna relación antes.

-Es cierto.

-Pero ahora te casas con una persona que apenas conoces.

-En realidad esto es... Debo hacerlo. Es por temas de trabajo, no es más que un matrimonio de conveniencia. Oh, pero no te preocupes, no trataré mal a tu amiga. Solo espero que realmente no me coja demasiado cariño... Yo, desde luego, no pienso involucrarme emocionalmente. No sé si tiene sentido lo que estoy diciendo.

Akechi ya parecía lo suficientemente nervioso a estas alturas, pero Ren quería tirar de la cuerda un poco más.
Ren se acercó a él, cogió su mano izquierda y la levantó. Estaba sudando bastante por los nervios.

-Sé lo que haces con esta mano pensando en mí -le susurró.

Akechi sintió cómo su corazón se paraba para luego emitir una ráfaga de latidos. No solo su cara ardía, sino su cuerpo entero, y necesitaba salir corriendo de allí en cuanto antes.

-Has mencionado varias veces que crees que yo soy de Los Ladrones Fantasma. ¿Acaso te excita todo ese rollo de los rivales? Pues, permíteme, detective, robarle su primer beso.

No dio respuesta, solo lo miraba intensamente, con párpados semicaidos y labios temblorosos. Luego cerró los ojos.
Ren tomó eso como un acto de consentimiento y se arrimó a él, agarrando su nuca con una de sus manos. Akechi tuvo una pequeña contracción en sus músculos cuando sintió la lengua de Ren en sus labios. Nunca había hecho esto antes y sus movimientos eran torpes pero se rindió ante la sensación. Tuvo que separarse de él para coger aire.

-Ahora eres mío.

Escuchar eso proveniente de Ren lo encendió más de lo que debería.
Antes de poder recuperar el aliento para contestarle, le llamaron al teléfono.

-Mierda... Es Haru.

-Estará ya en el altar. Pensé que llegaría más tarde. Vamos.

-No no no, no nos pueden ver saliendo juntos. Sería demasiado sospechoso. Tú ve un poco después, me tengo que ir.

-Ok, detective.

Y salió corriendo del baño.

-Ahí está el novio -dijo Ryuji, de la forma más despectiva posible.

-Pe... Perdón...

-Bueno, empecemos con los votos.

Ren llegó un poco después. No llegaron juntos, pero fue un tanto sospechoso, al menos para aquellos que habían estado esa noche en casa de Futaba.
Lo primero que notó Ren al llegar fue la presencia de Shido. ¿Qué hacía él allí? Solo había una explicación posible.

-Oye, Ren, Ren, ¿no vas a decir nada? ¿No vas a impedir la boda? Ya sabes, levantarte y gritar que te opones y luego correr hacia él y besarlo y huir juntos, ¿no?

-Futaba, no puedo. Él debe hacer esto.

-¿Qué? ¡Pero si es obvio que le gustas! ¿En serio quieres condenar a tu enamorado a vivir con una mujer que no quiere y a tu amiga a estar con un hombre que nunca la querrá? Tío.

-No digas nada, Futaba. Hazme caso, e un matrimonio de conveniencia, los sentimientos no importan en estas situaciones.

-¡Igualmente!

-Si no quieres verlo, vete, pero por favor no intentes hacer ninguna gilipollez.

-¿Que me vaya? Ok, lo haré. Muy bien por ti, por el novio y por la novia. Que desperdicien sus vidas, y a mí qué. Menos mal que me he traído la Nintendo.

Futaba se levantó y se fue hacia la entrada. Todos se quedaron mirándola, pero el hombre seguía hablando como si nada sucediera.
Akechi no dejaba de mirar a Ren. Estaba completamente embelesado, y muy feliz. Tanto que no le importó lo más mínimo tener que besar también a Haru, después de todo no fue nada en comparación a lo de antes. No obstante, esas señales a los ojos de Haru se interpretaban como que estaba feliz y esa cara de enamorado eran producto de la boda, lo que ayudó a que se crease más ilusiones.

[𝐏𝟓𝐑] Matrimonio de conveniencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora