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Un nuevo día se alzaba sobre su cabeza, el día pintaba ser un perfecto para pasear con tus amigos o pareja más para cierto pelirrojo aquel día no era nada más que una tortura. El joven miraba el blanco techo de su habitación fijamente sin cerrar sus ojos, las lágrimas no habían dejado de bajar por su rostro en toda la madrugada desde que había llegado a su casa.
La soledad se había vuelto su amiga en las últimas horas, su puerta se hallaba cerrada y no había ingerido alimento en todas aquellas horas su madre llamaba a la puerta con preocupación suplicando por que la abriera más esté negaba sin ánimos a nada. Su cuerpo helado recordaba vívidamente aquellos días en el pasto del parque riendo alegremente mientras su pareja lo molestaba con sus lentes de lectura o mientras trenzas su dorado cabello, los recuerdos dejaban un sabor acido en su boca mientras una pregunta rondaba en su cabeza.
« ¿Desde cuando? »
En que momento le había comenzado a ver la cara de imbécil, en que momento dejó de verle para verla a ella, en que momento se volvió tan ciego que no lo noto. Desde cuando llevaban manteniendo todo en secreto jugando con él como un simple peón en un tablero, sin pensar en sus sentimientos o emociones, sin pensar en lo que podía pasarle a su pobre y enamorado corazón. Un silencioso sollozo se escuchó en aquella habitación y las lágrimas salieron de nuevo, sus manos viajaron a sus ojos cubriendolos tratando de secar aquella agua salada que salía de sus cuencas.
