La aldea de la hoja, lugar de nacimiento y residencia de futuros Jonin experimentados y parte de los que darán fin a la cuarta guerra ninja.
Sasuke Uchiha, gran ninja y con un poder inmenso, famoso por ser uno de los últimos de su clan, portador de...
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Kanari se encontraba intentando ingresar a una vivienda, mientras tanto Hikari le seguía y Chūjitsu junto a Utsukushiku vigilaban. La pelirroja, una vez dentro, buscó con el olfato de la dragona una fuente de sangre, pues luego de tanto tiempo en Konoha y sin consumir sangre ya era momento de hacerlo y evolucionar a papillon por completo.
—¿Qué buscamos exactamente? -cuestionó el peliblanco.-
—Tu nada, yo... -arrugó su nariz.- Una chica, de 14 años... -volvió a arrugarla.- sangre A negativo, pálida y con futuros problemas de azúcar. -respondió de forma seca.-
—Todo eso lo sabes, ¿por? -alargo la vocal buscando respuesta.-
—No te interesa, pero puedo encontrarte entre a 70km de distancia, entre miles de personas con solo quererlo. -amenazó.-
—Vaya.
—Esta en esta habitación. -dijo deteniéndose frente a una puerta.-
—¿Jidō, eres tú? ¿Que haces despierta? -se escuchó una voz en el primer piso.-
—Mierda... -maldijo por lo bajo.- Hikari encargate de la mujer abajo, que no sufra.
—Entendido. -bajo por las escaleras y unos minutos de silencio mas tarde ya estaba de regreso.- Sin dolor, como ordeno. -tenía una daga cubierta en sangre, Kanari al mirar la sangre recordó el porque estaba ahí y entro a la habitación.-
Ordenada, con un olor grato para las fosas nasales, pero para ese momento Kanari solo podía olfatear la sangre de la joven, la observó por un momento y sin poder contenerse mas mordió su cuello haciéndole soltar un grito. Una vez terminado, la chica no daba señales de vida, las pupilas de Kanari se contraían y dilataban.
—Hikari, cuando pierda la cordura dime lo que tengo que hacer, sal y llévate a los otros dos cabezas huecas, ¿entendido? -dijo intentando mantenerse estable.- Tienes que esconderte... si aprecias tu vida sal y espera a que termine con esto.
—Bien...
Kanari no resistió mas y quedo inconsciente, al segundo recobro sus sentidos, pero no fue al segundo. Para ella fue un simple parpadeo, pero ahora estaba en otro lugar, llena de sangre y con la cabeza de alguien en sus manos.
—¿Kanari? -oyó el susurro.- ¿Eres tu?
—¿Como que si soy yo? ¿Quien mas puedo ser?
—La bestia en la que te conviertes cuando ingieres sangre. -se burlo el pelinegro.-
—Sabes, puedo devorarte en este instante. -le dirigió una mirada fuerte.-
—Ya entendí, solo decía. -levantó sus manos rindiéndose.-
—¿Lo mate, verdad? -miro la cabeza que estaba sosteniendo.-
—Si, fuiste directo al líder luego de invocar unos demonios. Por cierto, mataron a todos los habitantes, no habrá necesidad de eliminar testigos.
