-Te volví a ver- Capítulo 2

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—10 horas antes—

—Cariño, ¿mañana irás con nosotros a la iglesia? —preguntó la madre de Jungkook, con ese tono de voz que le exigía una respuesta afirmativa.

—¿Tengo que ir? —replicó él, fingiendo desinterés.

—No me respondas así. Es hora de que volvamos al camino del Señor, y tú necesitas de él más que nadie para no acabar como tu hermana.

Jungkook rodó los ojos, aunque cuidó que su madre no lo viera. Sabía que oponerse era inútil.

—Bien, iré. —Concedió al fin, deseando que la conversación terminara pronto. "Me dice que busque a Dios, cuando ni ella ni nadie en esta familia lo hace de verdad...", pensó, con una mueca en el rostro.

Desde el otro lado de la habitación, su hermana mayor, Kimma, observaba con una sonrisa amarga.

—¿En serio van a ir a ese lugar? —dijo ella, con una mezcla de incredulidad y resignación.

—Eso quiere mamá... —respondió él, encogiéndose de hombros.

—La gente de esa congregación no me agrada. Además, me trae malos recuerdos porque la escuela donde íbamos está cerca de esa iglesia.

Jungkook miró a su hermana, intrigado. Nunca había entendido del todo su rechazo hacia ese lugar.

—¿Por qué odiabas tanto esa escuela?

Kimma suspiró, y una sombra cruzó sus ojos.

—Cuando eres niño, lo que te enseñan moldea quién eres, más de lo que te imaginas. A esa edad, lo que oyes y ves influye en ti de maneras profundas. Y cuando tu educación está basada en reglas religiosas estrictas, te quitan el derecho a elegir, el derecho a cuestionar. Es como si te forzaran a ver el mundo de una sola manera, sin espacio para otras perspectivas. —Hizo una pausa, como si esos recuerdos le dolieran demasiado—. Allí, cualquier cosa fuera de sus normas estaba mal. Creces pensando que si algo no encaja, es porque tú eres el problema. Por suerte, logré alejarme. Si algún día vuelvo a los caminos de Dios, será por mi decisión, no porque me obliguen.

Jungkook la observaba en silencio, asimilando sus palabras. Era la primera vez que su hermana se expresaba de esa forma sobre el pasado.

—Eso... suena razonable. Me gusta cómo lo ves.

Kimma sonrió, pero era una sonrisa triste, cargada de comprensión y nostalgia.

—A veces, siento pena por quienes no pueden decidir como yo.

—¿Como quiénes?

—Tenía compañeros que, incluso después de salir de esa "cárcel," seguían atrapados. ¿Recuerdas a Kim Taehyung?

—Creo que sí...

—Él es uno de esos. Vivirá en esa prisión para siempre.

—¿Por qué dices eso?

—Porque hay personas a las que nunca les enseñaron que pueden elegir, ni siquiera les mostraron que hay otro camino. —Kimma se levantó, tratando de dejar el tema atrás—. Pero no quiero hablar de esto. Solo... mantente firme, ¿sí? —dijo antes de salir de la habitación.

Jungkook permaneció pensativo. Las palabras de su hermana resonaban en su mente, encendiendo en él una chispa de curiosidad y de algo más... una especie de compasión o intriga hacia aquel nombre, Kim Taehyung. *¿Realmente no tenía opciones?* La pregunta se repetía en su mente mientras intentaba dormir, sin éxito. De alguna manera, esa noche, su pensamiento regresaba una y otra vez a la imagen de un Taehyung desconocido, prisionero de expectativas y normas.

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A la mañana siguiente, Jungkook se vistió de manera casual, como solía hacerlo. Sin embargo, su madre lo detuvo al verlo.

—¿Vas a la iglesia con esos pantalones? Cambia de ropa. —La desaprobación en su tono era evidente.

Jungkook suspiró y se cambió, aunque no podía evitar pensar en la ironía de todo. *"Parece que un pedazo de tela rota importa más que el estado de mi alma..."* murmuró en su mente, sintiéndose cada vez más incómodo con lo que consideraba hipocresía.

El trayecto a la iglesia fue incómodo. La madre de Jungkook discutía con su pareja, y él solo miraba por la ventana, deseando que la mañana terminara pronto. Al llegar, observó a varias caras conocidas, gente del pueblo, figuras de un pasado que no le traía los mejores recuerdos.

Su mirada se posó en una familia que entraba con autoridad, destacando entre la multitud. Había algo magnético en ellos, como si irradiaran un poder que no querían compartir. Jungkook notó especialmente al hijo, un joven que caminaba detrás de sus padres, con una postura recta pero una expresión seria, casi incómoda. A diferencia de sus padres, que saludaban con sonrisas y amabilidad, aquel chico parecía desear que nadie lo viera.

Ese debe ser Kim Taehyung, pensó Jungkook, recordando las palabras de su hermana. Lo observó detenidamente, y algo en él despertó una extraña sensación de curiosidad. ¿Qué se sentía vivir tan atrapado?

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El servicio transcurrió sin sobresaltos, pero al finalizar la parte primera parte, el pastor envió a los niños y adolescente a sus respectivas clases. Jungkook, aunque sin muchas ganas, fue conducido a la clase de adolescentes. Allí conoció a Hoseok, un chico sonriente que parecía demasiado emocionado para estar en la iglesia.

—¿Eres nuevo? —preguntó Hoseok con entusiasmo.

—Sí... —respondió Jungkook, todavía asimilando todo.

—¡Bienvenido! Me llamo Hoseok, pero puedes decirme Jhope. Esta clase es divertida; hablamos de la Biblia y jugamos. Aunque, la verdad, vengo más porque no tengo opción.

Jungkook sonrió levemente. Era bueno saber que alguien más también estaba allí a la fuerza.

—¿Quién es el profesor? —preguntó, disimulando su curiosidad.

—Ella es Jenna, se encarga de las chicas. Y él... —Hoseok señaló hacia el fondo de la sala— es Kim Taehyung, nuestro profesor.

Jungkook lo miró fijamente, sin poder evitar sentirse intrigado. Aquella figura que su hermana había descrito como atrapada parecía un misterio por descubrir.

Cuando Taehyung se acercó a repartir los materiales, Jungkook lo miró directo a los ojos, sorprendiéndose por su intensidad.

—Tus ojos son... hermosos —murmuró sin pensar, perdiéndose en ellos por un instante.

Taehyung se congeló, sorprendido. Nadie le había dicho algo así, y mucho menos con esa sinceridad.

—Gracias... Jungkook, ¿verdad? —respondió, intentando sonar calmado mientras el color subía a sus mejillas.

Algo en esa simple interacción dejó a Jungkook con la sensación de que había algo más detrás de Taehyung, algo que quería comprender.

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La clase continuó como siempre, pero Jungkook no dejaba de observar cada gesto de Taehyung, cada palabra que decía con esa mezcla de seguridad y vulnerabilidad. Al terminar, mientras todos guardaban sus cosas, miró a Taehyung una última vez antes de salir. Algo en él le decía que ese día no sería como cualquier otro.

¿Por qué Kim Taehyung parecía tan inaccesible, y a la vez, tan cercano?


Espero que ahora les guste más... Muchos besos por donde quieran....




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