Universo Azul

-¡Qué hermosos ojos tienes! - Capítulo 25

Taehyung detuvo el auto en casa. Apenas apagó el motor, sintió cómo las emociones reprimidas durante el viaje se desbordaban. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, y se permitió llorar sin contención, apoyando la cabeza en el volante mientras el dolor lo embargaba. Recordaba la última mirada de Jungkook, su último beso, el toque cálido de su mano y todas las promesas no dichas que se habían quedado en ese "universo azul".

Desde la ventana, sus padres lo observaron, entrelazando las manos con expresión severa, pero había un atisbo de comprensión en sus miradas. Sabían que su hijo estaba pasando por una prueba difícil, aunque ninguno de ellos comprendía realmente la magnitud del dolor de Taehyung.

Después de unos minutos, Taehyung respiró hondo, intentando recomponerse. Sabía que sus padres lo esperaban en casa, y aunque cada paso hacia la puerta parecía pesar toneladas, estaba decidido a enfrentarlos, cargado de la culpa y el miedo que nunca lo abandonaban. Al entrar, apenas cruzó el umbral, sus padres lo recibieron con miradas frías y palabras duras.

—Taehyung, ¿qué has hecho? —dijo su padre, su voz llena de decepción—. ¿Es verdad todo lo que el Pastor nos ha dicho? Sabíamos que te estabas alejando del camino correcto, pero nunca imaginamos que llegarías a este extremo.

—Nos has deshonrado, Taehyung —agregó su madre, tratando de contener las lágrimas—. Te criamos en la fe, te enseñamos el valor de la obediencia y el amor a Dios, pero tú... has traído vergüenza a nuestra familia.

Taehyung, sintiendo que el peso de sus palabras le oprimía el pecho, intentó encontrar las palabras para explicar su situación, pero solo logró balbucear, sin poder defenderse. Su padre lo miraba con una mezcla de enojo y decepción.

—Desde mañana, Taehyung, comenzaremos con una terapia de conversión. El pastor nos ha ofrecido apoyo y se ha comprometido a no revelar esta situación a nadie más. Ni la madre de Jungkook ni nosotros diremos nada. —Su tono era duro, implacable—. Esto se puede corregir. Solo necesitas oración, disciplina y fe.

Sin poder soportarlo más, Taehyung cayó de rodillas, con las lágrimas cayendo libremente de sus ojos. Todo lo que sentía era culpa y vergüenza; se sentía atrapado, desgarrado entre su deseo de ser feliz y el peso de las expectativas de su familia y su comunidad. En medio de su dolor, apenas logró murmurar:

—Perdónenme... Lo siento, lo siento tanto... No quise hacerles daño.

Su madre se acercó, colocando una mano firme en su hombro.

—Vamos a orar por ti, Taehyung. Y espero que puedas arrepentirte y encontrar el perdón en Dios. —Junto a su padre, comenzó a orar, pidiendo que Taehyung volviera al camino correcto.

La oración resonaba en la sala, cada palabra haciéndole sentir como si estuviera ahogándose. Pero Taehyung, consumido por la culpa y el deseo de reparar el daño, repitió en su mente las mismas palabras, pidiendo perdón, aunque sabía que esa oración lo apartaba para siempre de su amor por Jungkook.

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*10 años después*

En una oficina moderna en el corazón de Seúl, Taehyung ocupaba el asiento de director de la empresa familiar. Había crecido bajo la tutela de su padre, aprendiendo cada aspecto del negocio y convirtiéndose en un líder respetado. A pesar de su éxito, su vida personal era un misterio, cotizado en gran manera por su poder adquisitivo pero sin intenciones de nada por su trabajo. Aunque se había dedicado a la iglesia y había intentado encontrar paz en la fe, aún recordaba el "universo azul" que compartió con Jungkook. Sabía que, a pesar del tiempo, una parte de su corazón siempre estaría allá, entre las montañas y el calor de la chimenea.