Universo Azul

- Que seas feliz aunque no sea conmigo - Capítulo 24

La noche del segundo día en la cabaña había caído sobre ellos, envolviendo el ambiente en un manto de tranquilidad y una paz casi irreal. Después de la intensidad de las últimas horas, Taehyung y Jungkook compartían la cena en silencio, sus miradas entrelazándose de vez en cuando, como si quisieran grabar cada detalle del otro en su memoria.

Luego de la cena, Jungkook sacó su teléfono y lo encendió por primera vez en esos días. Las notificaciones se acumulaban, llenando la pantalla con mensajes y llamadas de su madre, cada uno de ellos más doloroso que el anterior. Palabras como "vergüenza", "decepción" y "dolor" se repetían una y otra vez, haciendo que su corazón se sintiera oprimido. Era un recordatorio cruel de la realidad que los esperaba al regresar.

Sacudiendo la cabeza, decidió apagar el teléfono y dejó escapar un suspiro tembloroso. No quería arruinar el momento. En lugar de eso, tomó la mano de Taehyung y lo guió suavemente hacia el baño, donde prepararon juntos un baño caliente. Sumergidos en el agua, se dejaron llevar por las caricias, por los susurros suaves y los besos que sellaban promesas silenciosas.

Sus cuerpos se entrelazaron nuevamente, y en ese refugio de agua y vapor, volvieron a entregarse el uno al otro. No había prisa ni contención, solo el deseo de aprovechar cada instante, de disfrutar hasta el último suspiro compartido. Sus gemidos se mezclaban con el sonido del agua mientras se movían en perfecta armonía, cada beso y caricia cargado de un amor profundo y duradero.

Después, envueltos en toallas, rieron al darse cuenta de que aún quedaba algo de energía en ellos. Como si no quisieran despedirse del deseo, regresaron a la sala y se entregaron una vez más, en la suavidad de la alfombra frente a la chimenea, entre susurros y suspiros, rodeados de la calidez de las llamas que bailaban suavemente, testigos de la pasión que compartían.

Finalmente, agotados, regresaron a la cama y se acomodaron bajo las mantas, Taehyung acurrucado contra el pecho de Jungkook, mientras él jugaba con mechones de su cabello, besando su frente de vez en cuando. El cansancio y el bienestar los vencieron, sumiéndolos en un sueño profundo y sereno, con los latidos de sus corazones como un suave arrullo en la tranquilidad de la noche.

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Pero en la madrugada, Jungkook despertó, su mente nublada por los pensamientos que había estado reprimiendo. Se levantó despacio, sin hacer ruido, y se dirigió a la chimenea, donde las brasas aún brillaban débilmente, como un reflejo de la esperanza que se negaba a morir en su pecho.

Con la mirada fija en las brasas, dejó que los pensamientos y sentimientos lo envolvieran. Las palabras de su madre y las de su propia conciencia resonaban en su mente, recordándole la difícil vida que enfrentaban juntos. A pesar de su amor, el dolor, la lucha constante y el rechazo lo hacían dudar de si el amor podía vencerlo todo. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro, un dolor profundo e incontrolable que parecía desgarrarlo por dentro.

Taehyung, al notar su ausencia en la cama, se levantó y caminó hacia él, aún somnoliento. Al ver el rostro de Jungkook, notó la tristeza en sus ojos y supo de inmediato que algo estaba mal. Sin decir nada, se sentó a su lado y colocó una manta sobre sus hombros. Apoyó la cabeza en el hombro de Jungkook, respetando su silencio, pero también brindándole consuelo.

Pasaron unos minutos en un silencio cargado de emociones, hasta que Jungkook finalmente rompió el silencio, su voz un susurro que parecía perdido en el dolor.

—Tae... Estos días contigo han sido todo para mí. Nunca había sido tan feliz —dijo, su voz quebrándose—. Contigo, sentí que podía ser yo mismo, sin miedo, sin dolor. Pero...

Taehyung levantó la cabeza, su expresión desolada.

—¿Pero...? —susurró, temiendo la respuesta.