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Axel

Conduzco hasta quedar frente al edificio de Alessia. La italiana juega con sus dedos y sonrío. Cuando la tomo de las manos sus verdes ojos se posan en mí dándome una mirada inquietante.

—Debería entrar ya.

—Gracias por escucharme.

Me da una sonrisa tranquilizante.

—Me sentía en el deber de hacerlo.

Le devuelvo la sonrisa deleitándome con su rostro. Mis dedos tocan su suave cabello para apartarlo un poco de su mejilla en un gesto delicado.

—Entonces...—vacilo—¿Esto es un nuevo comienzo?.

Se queda muda por unos segundos y por momentos me asusta su respuesta. El incómodo silencio es interrumpido por su tono de llamada La paura del buio de Maneskin e inmediatamente recuerdo el día en que se enojo porque le dije lo diabólica que me parecía ese tipo de música.

—Es Anabela—anuncia mirando el teléfono—Debo...

—Tranquila—la interrumpo—Hablamos luego.

Asiente.

—Maneja con cuidado.

Le doy una sonrisa antes de verla salir de mi auto. No la pierdo de vista hasta que se pierde dentro de su edificio hablando con su prima. Doy un largo suspiro y me dedico a ponerme en marcha con su Te quiero grabado en mente como un pensamiento que se niega a salir de ahí.

(...)

—¿Algo especial que quieras hacer hoy?.

Solo niega con su cabeza y frunzo mi ceño. Continúa acariciando los pelos del peluche que le obsequió Alessia.

—¿Ocurre algo, pequeña?.

Alexandra está muy callada desde que papá fue a buscarla en casa de Julia esta mañana. Eso no es muy normal en mi hija la cual habla como loro.

—¿Alguna vez has lastimado a mamá?.

La pregunta me desconcierta.

—¿Lastimar a tu madre? Claro que no, cariño. ¿Por qué preguntas eso?.

Me siento a su lado colocando una de mis manos encima de las suyas que están juntas en su regazo luego de haber hecho a su peluche a un lado.

—¿Los hombres adultos le hacen daño a las mujeres adultas?.

La situación empeora en mi cabeza.

—¿Dónde escuchaste eso Alexa?

No responde y trato de mantenerme quieto. Sus preguntas son incoherentes.

—No quiero crecer—suelta—Me da miedo crecer y que un hombre me haga lo que le hicieron a mamá.

El pecho se me comprime de momento. El presentimiento de que no me va a gustar lo que va a decir me pone los pelos de punta.

—Ayer en la noche un hombre estaba en la cama de mamá haciéndole cosas feas encima y ella gritaba. Quise ir a ayudarla pero me quedé en la puerta. ¿Soy mala niña por no querer ayudarla, papito?.

El aire no me llega a los pulmones. No emito una palabra, solo me quedo estático mirando la cara de preocupación de mi hija.

—¿Cómo...—aclaro mi garganta—¿Por qué entraste al cuarto de mamá sin tocar?.

Ella niega.

—La puerta estaba abierta. Ella llegó temprano con ese hombre, hablaban raro y sentía mucho ruido en la sala pero no salí de mi habitación.

Amor a primera mentira [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora