23.

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Alessia

—Ni una caja más, Anabela Caccini—le digo amenazante.

—Quiero ayudar—bufa.

—Quédate quieta que así ayudas perfectamente—me hace una mueca y se deja caer en el sofá.

Río por su actitud y sigo acomodando la vajilla en la caja para luego cerrarla con cinta y escribir "cocina" con marcador para identificar a la hora de desempacar.

—¿A qué hora te mudas?

—Nueve y media—respondo—Pero puedo aplazarlo e ir contigo a Roma, hablaré con Carl...

Cugina—me dedica una pequeña sonrisa—Quien tiene que decírselo a papà soy yo, es lo correcto, además debo volver al trabajo.

Alzo una ceja

—No creo recomendable que te subas a un avión embarazada.

Se hecha a reír.

—Solo los primeros meses, mientras tanto puedo controlar las jaquecas luego sacaré un certificado.

La miro no muy convencida y en el momento en que voy a refutar el timbre avisa la llegada de alguien.

Creo saber quien es ese alguien.

Anabela se apresura en abrir mientras yo ordeno las cajas que ya tengo empacadas.

—Matthew...

La voz de Ana sale en un susurro. Alzo la vista encontrándome con el japonés en la entrada de mi casa.

Espero que no haga arrepentirme de haberle dado la dirección de mi casa.

Matt no dice nada, le dedica una sonrisa de alivio a Ana y la envuelve en un fuerte abrazo.

—Perdóname—pide acariciando su cabello, el cuerpo de mi prima está rígido y aunque esté de espaldas puedo imaginar la expresión de su rostro—Si quiero a ese bebé, quiero tenerlo contigo, por favor perdóname.

Anabela se echa a llorar y le corresponde el abrazo al padre de su hijo.

La escena calienta mi corazón y de forma rápida decido meterme en mi cuarto para dejarlos solos.

(...)

Estiro mis manos hacia atrás y siento como crujen mis huesos. Estoy agotada. Esto me pasa por dejar todo para el último día. Ya llevaba empacando dos maletas de ropa y aún me faltan algunas cajas, todo debe terminarse hoy para mañana. Tocan a la puerta y doy el aviso para que entre.

—¿Puedo pasar?

Matthew asoma su cabeza por el marco de la puerta y asiento.

—Entonces...¿te mudas?—pregunta mirando a su alrededor.

—Mañana temprano.

—Estaré en Vancouver hasta mañana en la tarde, puedo ayudarte en la mudanza.

—No te preocupes—le sonrío—El camión vendrá temprano y los chicos que contraté me ayudarán a desempacar.

—Está bien—asiente.

—¿Arreglaron las cosas?—dudo cerrando la segunda maleta.

—Eso parece—ríe y rasca su nuca—Me insultó varias veces recordándome que soy un desgraciado pero terminó aceptándome en la vida de nuestro bebé.

Suelto una carcajada.

—Me alegra escuchar eso.

Se queda callado unos segundos con la mirada clavada en mí y frunzo el ceño.

Amor a primera mentira [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora