La chica de las coletas [Yoonrosé]

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Él la observaba desde la distancia, fue espectador de las lágrimas derramas por aquel hermoso ángel. Fue testigo del corazón roto de aquella precioso chica después de que cortará la llamada.

La vió salir del colegio a toda prisa sin importarle nada, se le notaba apurada hacia el lugar a dónde se dirigía. Él sabía perfectamente a dónde iría, se sintió mal por ver triste a su hermosa musa, pero sabía que era por su bien; Después de todo ella y aquel bastardo ya no tenían una buena relación, así que le estaba haciendo un favor a ella para poder por fin poder terminar con esa relación tóxica y a él para ir poco a poco acabando con toda esa raíz podrida que amenazaba con contaminar a su dulce princesa.

Siempre a los lejos, observando todo lo que sucedía durante las horas escolares de ella. Presenció la charla entre ella y Jennie, su sangre hirvió del coraje que sintió al escuchar las palabras de la pelinegra.

¿Cómo se atrevía a tratarla de esa manera? ¿Con que derecho? Lo que estaba haciendo la rubia era algo bueno por su amigo, aunque él no mereciera absolutamente nada de lo que la bonita rubia le ofreciera, pero también algo tonto.¿Cómo aceptaba ser la sirvienta personal de Jennie? Toda la escuela sabía la horrible persona que era está y aún así aceptaba tal trato, sin duda estaba totalmente loca.

¿A caso no sabía de lo que Jennie podría ser capaz? No la dejaría descansar ni un solo momento. Pero para eso estaba él, para ayudarla en todo lo que fuera necesario, él se volvería el sirviente personal de esa hermosa chica de coletas rubias. Porque él estaba dispuesto a todo por verla bien, verla sonreír verla brillar. Porque él sería el único que estuviera a su lado sin importar que. Él sería el único que observará de cerca como la rubia lograba todo lo que se propusiera aunque él tuviera que jugar sucio por verla feliz. Haría cualquier cosa por ella, así que aún tenía mucho que hacer para que el mundo fuera perfecto para su chica.

Iba saliendo de los vestidores de chicos mientras despeinaba sus aún mojados cabellos. Había terminado su práctica para el próximo partido. Siendo ahora capitán tenía que esforzarse el doble que antes, pues no solo él entrenador confiaba en él también todo el equipo. Así que tenía que dar lo mejor de si.