2.

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La vida da muchas vueltas, Ed.

Deberías saber cómo fue que me enamoraste, pero sinceramente no sé qué fue. Pudo ser la forma en que me mirabas cuando te contaba cosas —Esa mirada que me distraía y hacía que olvidara lo que estaba a punto de decir—, o tal vez como sonreías cuando me veías de lejos caminando hacia ti, quizás la forma en que tus dedos se adueñaban de mi cuerpo al tocar tan solo mis hombros o mi cintura para abrazarme, o tu forma tan peculiar de reír... hubo un montón de cosas que amé de ti.

Ponías a temblar el suelo... mi vida.
Quería que tuviéramos una perfecta historia de amor, pero esto es lo más cercano que logré conseguir.

Te quería, Ed. Te amé como ya casi no se ama a nadie. Nunca pedí nada a cambio, fue algo que nació de mí y no pude reprimir por mucho tiempo.
El día que te conocí tú estabas en detención, yo sólo practicaba un poco de danza con mis amigas. Una de ellas mencionó, sutilmente, que nos observabas.
No fui cuidadosa, admitiré. Volteé confundida y ahí estabas tú. Apoyado en el marco de la puerta, con una cazadora de cuero negro... me mirabas, Ed. La más insignificante de las cuatro chicas que estábamos presentes.
Nunca fui la más delgada, tampoco poseía las curvas perfectas, mi sonrisa nunca llamó la atención, no tenía nada de especial.

Después de mirarnos por lo que me pareció una eternidad, te ignoré el resto de la clase. Jamás dejaste de observarme, te veía por el gran espejo del salón de danza.
Me incomodabas mucho.
Al salir, me apresure para no topar contigo. ¡Quise alejarme de ti, Ed! Tú tomaste mi mochila por la espalda y tiraste suavemente de ella, cuando giré molesta pensando que era alguien más, eras tú.
Me miraste, sonreíste, y halagaste mi mochila.

—No, no. Lo siento. Quise ver de cerca tu mochila —Mentiste descaradamente.

— ¿Para qué querrías hacerlo? —Interrogué, sin rodeos.

—No lo sé, sólo me gusta —Respondiste encogiéndote de hombros.

Unos segundos conversando y me diste tu nombre, yo no te di el mío. Me pediste que te agregara en mi red social y accedí.

Ahí va uno más de mis errores.
Jamás debí "Enviar solicitud de amistad" a tu perfil, Ed.

Así, en ése día tan especial para mí... el trece de octubre, tú me diste alas... creí que tal vez tendríamos una oportunidad.

¿Por qué fui tan crédula cuando me abrazabas, diciéndome suavemente al oído "eres lo que siempre busqué"?

April.

Para olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora