Chapter 3

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A la mañana siguiente me levanté con un dolor punzante en la espalda, casi como una sensación de entumecimiento, la cuál se extendía hasta mi zona lumbar

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A la mañana siguiente me levanté con un dolor punzante en la espalda, casi como una sensación de entumecimiento, la cuál se extendía hasta mi zona lumbar.

Fueron ocho horas en cama en las que no había conseguido dormir tres horas seguidas, debido a que estuve dando vueltas, logrando tenerme con cada una de ellas, todo a causa de las palabras retumbantes de esa persona del chat, quien obviamente no era mi alumna como se presentaba, si no alguien jodido sin nada que hacer.

No obstante eso no había quitado en absoluto que haya fantaseado toda la noche con sus palabras pensando en Jennie, y que al despertar, la erección mañanera se haya vuelto jodidamente dolorosa, por lo que no tuve más alternativa que masturbarme potentemente para poder aliviarla.

Honestamente no podía seguir así, no era saludable para el vivir de pajas recluida en la soledad de mi casa, necesitaba una descarga sexual con una persona de carne y hueso que también disfrutara siendo llenada por mí, y que aunque no cumpliera mis estándares, sirviera como un agujero en dónde descargarme hasta encontrar a la persona adecuada.

Decidí contactarme con unos amigos muy queridos, que no veía hace un tiempo a causa de nuestras vidas ocupadas, por lo que aproveché la oportunidad para reunirnos como una forma de matar dos pájaros de un tiro.

También me incentivó el hecho de que sólo con ellos podía ir a esos lugares en los que podría conseguir lo que quiera.

Adoraba a Rosé y a Beomgyu, por que tenían la mente abierta cuando de aventurarse en nuevas actividades sexuales se trataba, y aunque no compartíamos el mismo gusto por los juegos de roles o el sado, ya habíamos compartido alguna que otra orgía anónima o un trío de manera casual y estábamos bien con eso.

Era la noche posterior a navidad cuando me encontraba con Rosé a las afueras de WHO, uno de los clubes nocturnos por la excelencia de la zona céntrica, que tenía la particularidad de estar subdividido en dos partes, la pista de entrada donde las p...

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Era la noche posterior a navidad cuando me encontraba con Rosé a las afueras de WHO, uno de los clubes nocturnos por la excelencia de la
zona céntrica, que tenía la particularidad de estar subdividido en dos partes, la pista de entrada donde las personas bailaban y bebían como en cualquier otro club y el subsuelo donde se llevaban a cabo fiestas privadas sexuales, justo a dónde estábamos.

Claro que para entrar allí debías pagar un dinero extra, bastante generoso, y no todos eran admitidos por ser un lugar bastante reducido en dimensiones. A mí no me preocupaba porque conocía a Edward, el guardia de la entrada, desde hacía diez años.

Sense | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora