chapter 14

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Tras la partida de Jennie, invité a Dahyun a sentarse como lo haría con cualquier invitada

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Tras la partida de Jennie, invité a Dahyun a sentarse como lo haría con cualquier invitada.

Ella tomó el lugar en uno de los pequeños puffs cuadrados que estaban frente a la mesa de café de la acogedora sala de estar mientras yo me dirigía a la cocina a traer algo de café.

Dí unos golpes a mi rostro para intentar espabilarme, afuera el clima era el de siempre, frío y oscuro como si estuviera viviendo en Londres.

Cargué la cafetera con agua y café, entonces unos deseos abrumadores de fumar me invadieron como no lo hacían desde hace mucho tiempo, sabiendo esto me moví sobre mis pasos, hasta uno de los cajones de la cocina dónde sabía se encontraba un paquete de cigarros recién abierto y lo retiré hábilmente para meter uno en mi boca, al intentar encenderlo noté que no traía un mechero ni nada con que encenderlo.

Recorrí unos pasos con el cigarro en la boca y entonces unos zapatos de mujer se interpusieron en mi camino.

Dahyun tomó un mechero que traía con ella, al parecer, y encendió el largo tubo de nicotina. Como una cachetada pude ver que ahora traía una nueva pieza con ella.

Su collar.

— ¿Está bien así, ama? — Preguntó tan dócil como recordaba.

Mi mirada aún seguía clavada en la pieza de cuero rodeando su blanquecino cuello.

Ella se acercó unos pasos más hasta poder alcanzarme con sus manos los hombros, su mirada penetrante se clavó en la mía.

— ¿Qué haces, Dahyun? —Pregunté esquivando a su mirada.

— La extraño — Dijo provocativamente ella — Mucho.

Y entonces plantó un beso en mi cuello y se acercó a mi oído.

— Él no ha sabido manejarme. Necesito una verdadera Dom.

La aparté bruscamente y me recargué sobre la pared a mi lado observando como su rostro se volvía molesto y para nada presentaba la sumisión de hace un momento.

Ella siempre muy hábil para manejar a los demás a su antojo.

— ¿Es ella, no? — Demandó molesta.

— No entiendo de lo que hablas — Fingí y me volteé a la cafetera que estaba tras de mí y echaba vapor.

— Esa chica andrógina — Dahyun bufó desagradable — Puedo reconocer a una maldita Sum cuando la veo, y esa chica dice por todas partes "desesperada".

— Es muy hermosa, ¿Verdad? — Presumí orgullosa, quizás más para molestarla aunque no dudaba un sólo segundo de la belleza de Jennie.

— No creí que te gustara la pedofilia ― Respondió filosa — De igual manera, me alegra saber que no es otra mujer de mi edad.

En tanto me volteé una vez más para tenerla al frente.

Años atrás, cuando ella era mi todo, aquel collar que traía puesto pudo haberme hecho caer de rodillas.

No podría imaginarme esta escena, yo frente a ella sin tocarla, peor aún, yo frente a ella sin ánimos de tocarla.

Era como estar mirando a otra persona.

— ¿A que te refieres? —Inquirí apagando el cigarro que traía en mano y en su mayoría se había consumido solo.

— No puedes estar con otra mujer de mi edad porque aún no puedes reemplazarme. Y crees que saliendo con... eso — Ella sonrió maliciosamente — Puedes olvidarte de mí.

Una vez más ella se acercó y me rodeó con sus brazos entonces jugó un poco más arriesgado y sus labios tocaron los míos.

Fríos y suaves como los recordaba, el beso fue tan fugaz como comenzó.

Y ahí estaba.

Ya no sentía nada.

Entonces tuve que reír, a veces la confianza femenina es su peor enemigo.

Y ella me observó con confusión e incluso algo de resentimiento porque Dahyun podía tener la autoestima más grande de Corea del Sur pero nadie puede ignorar el hecho de un beso sin conexión, más cuando hace años un sólo beso me traía de rodillas.

— ¿De qué te ríes?

— ¿Viniste a esto? — Pregunté — Ya es tarde.

— No puedes haberte enamorado de ella.

Sus palabras me golpearon como un golpe en el estómago, porque no había pensado en eso, aquel beso no presentó nada para mí porque no eran los labios de Jennie, no era su pequeño y cálido cuerpo frente a mí o su sonrisa luego de que el beso acabara.

Mis ganas perversas de atarla y flagelarla y al mismo tiempo de querer besar su rostro al contemplar la ternura de verla recostada sobre mí cuando alcanzaba el clímax.

— No siempre un clavo saca a otro clavo— Respondí resentida — Tú doliste más que mil clavos.

— Amor — Dahyun volvió a su rostro de inocencia — Sé que he hecho mal.

— ¿Mal? — Reí por su cinismo — Es un cochino eufemismo. Tu hiciste mierda todo.

— Ya sé pero...

— Además tengo un sumisa. No la pienso dejar por alguien como tú.

Ella guardó silencio.

Y entonces su rostro se iluminó con lo que parecía una idea.

— ¿Y si te digo...que no te pediría que ella se fuera?

que no te pediría que ella se fuera?

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Sense | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora