CAPÍTULO IV

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Algo que disfruto de ser de la realeza es dormir sin interrupciones y despertar sin ningún afán de cumplir alguna obligación, aunque ese placer se me iría dentro de unos meses, pero ser poderosa tenía sus pequeños sacrificios.

-Majestad, ¿ya despertó?

-Si Sarah, pasa.

-Buenos días, princesa-dijo Sarah con la debida inclinación que se nos hacían a la realeza.-traigo noticias.

-Adelante.

-Francis, el mayordomo me pidió que le informara que debe de prepararse para el torneo de Tiro al Blanco que el rey Magnus preparo y el desayuno acaba de llegar.-Señalando a mi catadora, la cual tenía el charol entre sus manos-Katherine ya lo probo y está bien tal cual le gusta.

-Y Magnus?

-Escuche a sus empleadas rumorar que estaba concentrado en un plan para derrotar al reino de rey Silas.

-Con que la escoria aún vive-dije irritada al oír aquel nombre que le pertenecía al asesino de los padres de Magnus.

Tras haber desayunado, mis doncellas me prepararon y maquillaron.

-Alteza, hoy se ve muy guapa-dijo Katherine.

-Lo sé.-No iba a mentirle cuando era obvio que siempre me veía radiante y guapa.

-Déjeme decirle que le asienta muy bien los tonos oscuros en su cuerpo, y el maquillaje que le hice la hace ver muy bella, me caso con usted!!- Así era Katherine, a veces se emocionaba por mi belleza, normal en plebeyos que no han visto belleza natural.

Al llegar al campo me ofrecieron asiento con una excelente vista, ya en el campo se encontraba al egocéntrico que adoraba y deseaba en secreto.

-Plebes y altezas que comience el torneo-tras decir eso el heraldo proporciono tres trompetazos y la competencia inicio.

La corte pasaba, pero regresaba derrotada, ya que un solo un jugador se hacía notar, Magnus, en todas las partidas gano, admiraba su puntería porque hizo pedazos a todos.

-Princesa May, hace mucho que no la veía.- una mujer de la tercera edad me abrazo interrumpiendo mi concentración de juego.

No le correspondí el abrazo porque no recordaba quien era, y desconocidos yo no abrazo.

-Ya veo porque Magnus se ha puesto sus ojos sobre usted, son tal para cual.-dijo mirando a Magnus de los lejos luego de analizarme de pies a cabeza.

-Y usted es?-dije sin filtro alguno, aparte de no haberle entendido la última frase que me dijo no se presentaba, sí que a la plebe les faltaba modales.

-Fiorela, la nana encargada de cuidar de usted cuando era pequeña y venía al reino.

-No la recuerdo.-Sincera ante todo y todos.

-Ya veo, como ha crecido, aún recuerdo peleando con almohadas junto al rey Magnus, eran tan adorables y felices.

-Si lo éramos y algún día lo seremos gracias al poder.

-Le puedo preguntar algo princesa?

Asentí con la cabeza.

-¿Ha venido a Lacrontte en busca de un esposo que le ayude a reinar su territorio?

-No, solo quiero festejar mi cumpleaños aquí.

-Mi alteza conmigo no tiene que mentir, en la fiesta que se dará mañana podría considerar estudiar a los invitados, vendrán importantes hombres de poder, tendrá para elegir.

Iba a responderle aquello cuando sentí la fragancia que hacia que mi cuerpo comenzara a sentir el cosquilleo que sentía cuando Magnus estaba cerca, y en efecto Magnus estaba tras de mí con su semblante escrupuloso pero seductor.

-Ella no necesita de nadie para reinar su nación, es lo suficiente inteligente y acta para llevar su poder sin necesidad de tener un estorbo alado.-dijo fulminando a Fiorela con la mirada.

-Pero alteza, el contraer matrimonio con otro rey hará que su nación crezca.

-Un matrimonio arreglado no es lo único que se puede usar para que una nación se extienda, también hay la conquista o acaso eres ciega como para no percibir como este reino ha crecido gracias a mis conquistas, así que deja de parlotear y regresa al oficio si no quieres terminar en la horca.

Fiorela aterrada por lo último, desapareció de nuestras vistas en segundos.

-Como que mañana habrá una fiesta?-le pregunte tras haber recordado las palabras de la sirvienta.

-Eres de la realeza y deberías estar acostumbrada a eventos como esos, pero si mañana te celebrare tu cumpleaños, solo invite a los confiables y leales, porque no quiero que mis enemigos tomen el evento como una coartada para invadir Lacrontte.

Quería decirle algo cuando volvió hablar.

-Y antes de que Francis te lo diga, quiero que te prepares para esta noche, tendremos un pequeño banquete y música de la que te gusta, te espero puntualmente.

Capaz la personalidad mandante y seria era lo que causaba en los plebes miedo por Magnus, pero para mí era todo lo contrario.

El que siempre se mantenga con una personalidad seria, reservada y fría ante los demás, pero conmigo sea muestre tal cual es, me gustaba, hacía que me sintiera especial, y apreciada para tener aquel privilegio de conocer al verdadero Magnus Lacrontte.

MARCAS EN EL CORAZÓN DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora