𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁ℴ 𝒹𝒾ℯ𝓏 | 𝒟𝓊ℯ𝓁

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Colin Bridgerton pasó los siguientes días cazando a su hermano con la intención de sellar finalmente su compromiso, pero su hermano parecía no estar en ningún lado. Lo busco en su despacho, pero se encontraba en el club de caballeros, después se dirigía allí, y se encontraba con la noticia que había regresado a casa. No iba a las cenas y desayuna antes que los demás. Era frustrante, pero Elizabeth no dejo que lo irritara; tenían toda la temporada para dar la noticia.



-Si madre se entera que yo te escolté...



-No sucederá, hermano, despreocúpate -rió, mirando el lugar-. ¿Acaso has perdido el sentido de la travesura? No hace mucho tiempo que nos escapábamos de sus castigos para jugar con los Bridgerton.



-Entonces yo te responderé ¿Has perdido el sentido de supervivencia? Aquella vez volvimos para encontrarnos con una sentencia más larga -suspiró-. Ni hablar de lo que nos puede decir papá.



-De nuevo, despreocúpate, que él ya lo sabe -palmeó el brazo de Emmett, cuando la miró sorprendido-. Lo único que me pidió a cambio de guardar el secreto que me comporte.



La razón de la preocupación del joven Relish venía de que aquel día se celebraba una de las tantas luchas de Londres, y radicaba en su madre. La práctica del deporte era tan aceptado como fumar; se sabía cuándo y dónde se llevaría a acabo, pero la asistencia era juzgada como vulgar y poco elegante por las señoras después de los cuarenta. Y no era incompresible, con en sus tiempos era aún más juzgado.



Elizabeth no era una aficionada en toda sus letras, pero comprendía y entendía lo básico del deporte, además de que su alma competitiva la impulsaba a disfrutar de cualquier contienda. Sin embargo, no consentiría jamás que un ser querido suyo participe de ello. Estaba completamente segura de no poseer el corazón para soportarlo.



No tuvo que mirar mucho más para divisar la figura de Daphne, junto a la de él Príncipe de Prusia. Bridgerton también la vio y la saludo desde allí, gesto que Elizabeth correspondió con una sonrisa divertida. Le alegraba que su amiga pidiera encontrar a alguien que no la tome a la ligera. El solo pensamiento de su viejo amigo le causaba indignación por Heber hecho estoy último.



Continuó mirando, para toparse con los tres hermanos Bridgerton, agrupados al otro lado del podio. Claro, sería ilógico si no los viera. Deben de estar allí como chaperones de Daphne. Al instante, la situación de su amiga quedó de lado cuando se fijó en la figura de su prometido.



Observó sus labios moverse, contestando con aparente entusiasmo a los caballeros que estaban frente a él. Aquello era un ejemplo de una de las virtudes que la habían enamorado; la audacia y encanto con la que activa, ganándose en un segundo las alabanzas de quién lo conociera. Y no era erradas. Colin Bridgerton destilaba de lo que se le atribuía, encantó, atractivo y caballerosidad, te engatusaba con solo escucharlo hablar. Llegaba hasta ser un deleite.

𝐃𝐫𝐞𝐬𝐬 •𝖢. 𝖡𝗋𝗂𝖽𝗀𝖾𝗋𝗍𝗈𝗇•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora