XI

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Galaga e Hisirdoux salieron del cuarto que compartieron dando bostezos. Era muy temprano, el sol aún no había salido pero el cielo nocturno se iba aclarando de a poco.

Viéndolos, se podría decir que durmieron bien pese a las pocas horas. O al menos eso parecía en comparación con Arabella, quien ya los esperaba junto con Amaru. La rubia traía a White entre sus brazos, y cara de mal humor.

—¿Tuvieron problemas con los mosquitos?— pregunto Amaru.

—No, usamos un viejo truco de magia para eso.— respondió Galaga.

—Si, literal, usamos magia para eso.— añadió Hisirdoux.

Arabella bufó, y en silencio se quejó por no haber pensado eso ante. Pues los pequeños sanguinario no le tuvieron piedad.

—Me recuerdan porque no pude pasar la noche con ustedes.— dijo yendo detrás de ellos.

—Lo siento candy, pero era noche de chicos.— respondió Galaga un tanto burlón.

Arabella rodó los ojos, y apuro su paso para bajar sola las escaleras. Sin embargo sonrió ante la respuesta. Le agradaba que se llevarán así de bien. Era algo que siempre quiso, pero que ambos magos le negaban. No estaban dispuestos a compartir, lo que sea, con el otro. Ahora pareciera que eso no era un incoveniente.

Tomaron un par de frutas de salida, y sin tanto rodeos fueron por Lule. Debían apurar el paso si querían llegar a tiempo para verla hacer su ritual de las mañana, donde le daba la bienvenida a las flores y criaturas del bosque. Pero Arabella no parecía tan ansiosa por ver eso.

—Pero Amaru dice que …— decía entusiasmado Galaga.

—Se lo que Amaru dice.— le interrumpió.—Estoy cansada.

—¿Qué tal si verla hacer su saludo al sol es parte de la prueba?— pregunto llamando su atención.—Ya sabes, si tanto deseamos haremos hasta lo imposible por ello. Como apurar el paso y ver a la diosa.

  Quizás tenía algo de razón. Por eso tomo su mano, fue por Hisirdoux e hizo lo mismo haciendo que caminen más rápido.

Amaru los guiaba, iba mucho más rápido que ello, bastante más adelante. En un momento lo perdieron, y pronto la magia del lugar se hizo intensa. Por ningún motivo Arabella soltó las manos de sus amigos.

Los sonidos de la naturaleza se detuvieron, para, en cuestión de segundos, hacerse mucho más intensos. La magia verde que emanaban hasta el más pequeño pedazo de suelo se hizo pesado.

—Creo que la diosa sabe de nuestras intenciones.— carraspeo Galaga.

—Debe pensar que le vamos a robar la piedra.— dijo Arabella.

La magia del lugar era tan intensa, que los tiró al suelo. La única que parecía resistir un poco más aquello era Arabella. Los rodeo con sus brazos, y dejo que sus lágrimas escurrian.

Arabella supuso que eso era alguna señal, pues la lágrimas caían brillantez como si cargarán magia en estas. 

No deseaba soltarlos, pero debía hacer algo que supo leer en los libros, antes que sus lágrimas se agotarán y sintiera dolor.

—Quédense quietos.— dijo.

—No te preocupes.— hablo Hisirdoux.—No iremos a ningún lado.

Arabella sonrió, y con algo de esfuerzo comenzó a caminar. Debía hallar una flor, pero no cualquiera. Esta era cristalina, y se asemejaba a una copa. Camino entre las espesas plantas verdes. Sus piernas le dolían, y su andar se hacia lento.

Destinados. [Tales Of Arcadia, Au. Douxie X Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora