XVI

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Ante la tensión entre el guardián y la hechicera, Arabella tuvo que guardar sus preguntas para luego. Aún no había llegado a esa parte del diario de su madre en donde lo nombraba, y estaban segura que Zafiro aparecía en más de una página.

Dejando la curiosidad de lado, se pusieron en marcha para ir por la pieza más importante. Ahora solo debía saber quién era la persona que resguardaba el corazón de la diosa.

Y la respuesta a sus dudas, provocó demasiado malestar.

—¿Ella? ¿No hay otra forma de obtener esa tonta llave?— pregunto Arabella.

Tanto Hisirdoux como Galaga vieron con cierta sospecha a la rubia. Y a ellos se les unió Morgana.

—¿Qué tanto ven?— pregunto la bruja.

—Si, la reina de las hadas es dura pero ¿Qué te preocupa?— indagó Hisirdoux.—Tu puedes serlo aún más.

—No es nada.

Arabella les dio la espalda, y se acercó a su clóset. Comenzó a hacer otra cosa, ignorando por completo la pregunta del peligro.

—¿Qué hiciste Arabella de Pericles?— pregunto Morgana.

Uso esa voz que hacía que a la bruja se le erizara la piel. Como cuando era una niña y debía ocultar algo que rompió. Dio la vuelta y se encogió de hombros dando una extraña sonrisa.

—Conozco esa cara.— señaló Galaga.

—Si, yo también.— dijo Hisirdoux.

—Por todos los dioses ¿Qué hiciste?— Morgana se tomó el puente de la nariz.

—Madre, no tienes que saber.— dijo Arabella.—Muy bien, iremos a New York. Se dónde está la reina.

Se despidieron del grupo, y tras hacer un portal llegaron a la ciudad. Morgana los había dejado un par de cuadras lejos del antiguo departamento, razón por la cual se tomaron un pequeño respiró de salvar el mundo.

Aún sabiendo de la ventaja que Caeli tenía sobre ellos, también sabían que alguien como la reina de las hadas era bastante difícil de convencer y sobretodo hallar.

Esa era su pequeño ventaja.

Los dos magos iban detrás de la bruja, y uno no podía dejar de verla. Galaga noto de inmediato lo que mal que le hacía ese trato amistoso que Hisirdoux tenía con la bruja. Ser solo su amigo no estaba resultado tan fácil para el pelinegro.

—Bien, ya cambia esa cara.— le regaño.—Asi no vas a lograr nada.

—No se de que hablas.— dijo Hisirdoux viéndolo por el rabillo del ojo.

—Entiendo, te gusta mucho. Entonces debes decirle.

Hisirdoux freno, y con el Galaga.

—No puedo, ella no quiere saber nada.— murmuró.

—No sabes eso.— dijo Galaga viendo como la rubia se alejaba.

Aunque solo estaba a unos pasos, realmente sentía que se alejaba. Odiaba sentirse de esa manera, cuando decía con orgullo que ya nada los unía.

—No viste como te sonríe o te ve cuando algo marcha bien.— añadió.

Aquello sonó un tanto distante, e Hisirdoux no sabía cómo tomarlo. Según él, Galaga la había superado y no había más que amistad, un tanto rara, entre ellos.

—Ah, eso no importa.— suspiro.—Si estamos a nada de morir en manos de una diosa, Arabella me dejó claro que no quería exponerse a ese dolor.

Sin dejarlo decir mas nada continuó su camino para alcanzar a la bruja. Galaga rodo los ojos ante su excusa para seguir guardando silencio, y siguió detrás de ellos.

Destinados. [Tales Of Arcadia, Au. Douxie X Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora