01 - El Inicio, Niñez

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Leticia Morales una niña de cabello castaño, ojos grandes y marrones, una mirada dulce e inocente, pero totalmente engañadora, era una niña astuta y captaba muy bien lo que pasaba a su alrededor. Ingreso al orfanato Hogar de los milagros, con tan solo cinco años, enviada a este lugar para que la persona que hizo tanto daño a su madre no pudiera encontrarla, pero la pequeña castaña cayo justo donde la malvada quería.

El orfanato quedaba lejos de un pueblo, exactamente en el bosque. Un lugar grande, sin decoración ni color, todo negro. Ellos no podían escapar, si así lo querían, ya que el orfanato estaba rodeado por el fuerte y alto muro a su alrededor, la entrada de la puerta era de fierros en donde solo podían ver a lo lejos lo que había fuera, mas no acercarse.

Este lugar estaba dividido, el primer piso quedaba una pequeña biblioteca, dos baños, del lado derecho quedaba el salón de comida, dentro del salón quedaba la cocina. El salón de comida era decorado por varias mesas, sillas y a lo alto del salón iluminaba las lámparas grandes antiguas. El segundo piso a la izquierda era el lugar de las niñas, y a la derecha el de los niños, cada habitación contaba con treinta y cinco camas. Las habitaciones con ventanas eran divididas por edad, que en total eran ocho habitaciones para los dos géneros. El uniforme de las niñas era un vestido negro, medias blanca y zapatos negros. El de los niños pantalón negro y zapato del mismo color, camisa y medias blancas.

El tercer piso quedaba todas las aulas en donde recibían clases, clases en donde los maestros tenían el derecho de alzarle la mano a los pequeños, siendo ordenes de la directora. Y, por último, el cuarto piso. Este le correspondía solamente a los maestros y directora. Nadie tenía derecho de subir ahí, si lo hacían y los pillaban eran castigado en la habitación del sótano. Un lugar donde las paredes estaban en mal estado, no había luz que reflejara, ni electricidad que iluminara, era totalmente vacío.

Y fue así como llego la pequeña castaña Leticia que iba de la mano con un policía. Ella llevaba un vestido celeste cielo con flores blancas. Miraba a su alrededor, tratando de descifrar el lugar y dándole miradas al policía rubio.

Después de caminar por el largo sendero llegaron a la puerta principal, en donde Leticia trataba de leer el letrero de letras grandes de cómo se llamaba el lugar.

—Hogar de los milagros— lo dijo al fin después de varios intentos.

El policía se agacho a su altura.

—Sí, así se llama. En este lugar vas a vivir de ahora en adelante, hasta que cumplas los dieciocho años y puedas seguir con tu vida al modo que lo quieras, quizás seas una buena doctora o una abogada. Serás una gran profesional, tus padres hubiesen estado muy orgulloso de ti pequeña. — le da una sonrisa triste.

—¿Y dónde están ellos? — preguntó con su cabeza gacha y una mirada triste.

—No lo entenderías pequeña, que tal si entramos y conocemos a la señora Bennett. — le agarro de nuevo la mano y subieron las pequeñas escaleras adentrándose al lugar y viendo a varios niños y niñas jugar.

El joven policía Ford pregunto en donde quedaba el despacho de la directora Bennett, a lo que un joven le respondió. El siguió el camino donde le habían indicado y agarrado de la mano de la pequeña Leticia. Al llegar toco la puerta y respondieron con un adelante.

El joven Ford le indico a Leti que se quedara sentada, que lo esperara hasta que terminara de conversar con la directora. Ella solo asintió, sabía que algo andaba mal. En su mente se discutía de este lugar sin vida. Comenzó a mover sus piernas de aburrimiento. Y luego de largos minutos se levantó al ver que abrieron la puerta por donde entro el policía.

UN LUGAR EN PAZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora