16 - Más Allá de las Apariencias

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Ingresé al hotel, con la mente en las nubes.

Al entrar a la habitación, Cielo se encontraba dormida, no la moleste y solo fui a mi habitación. Y la verdad, no me apetecía volver a pensar en él, suficiente tuve cuando lo esperé, sus llegadas, sus cartas, sus llamadas, pero todo eso fue una mentira. Que quizás lo hizo, porque él sabía cómo el era el mundo exterior, y yo, yo soy una niña inocente, sabiendo que podía caer fácilmente en sus engaños, aun así, solo era un niño. ¿Cómo un niño pudo hacer eso?

Revise mi celular para navegar y distraer la mente, pero no tenía internet.

Estaba indecisa, si bajar y preguntarle al recepcionista o levantarla a Cielo. Me decidí por la primera. Salí de la habitación e ingrese al ascensor y aplaste el botón de planta baja. Al llegar se encontraba un señor haciendo un escándalo, creo que estaba borracho.

—Buenas, disculpe —llamo la atención del recepcionista.

—Sí, ¿En qué puedo ayudarle? —se acerca otro señor, al que llame estaba tratando de calmarse, así que me acerque al señor.

—Me podría dar la contraseña del Wi-Fi.

—Para proporcionarle la contraseña del Wi-Fi, necesitamos que nos indique su número de habitación y nombre completo. Esto es para garantizar la seguridad de nuestra red.

—Disculpe, le acabo de indicar que se ha equivocado de hotel. —volteo a ver al recepcionista que parece que está enojado.

—¡Este es mi hotel, aquí yo vivo, aquí vivo con mi familia! ¡Puedes llamar a mi mujer o a mi hija Regina! ¡Ellas no están muerta! ¡Dígale que bajen, que las estoy esperando!

—Le pedimos que se tranquilice, o me veré en la obligación de llamar a la policía. Le acabo de indicar varias veces que aquí usted no se hospeda. —respondió con fuerte tono el recepcionista.

—¿Señorita? —me llama la atención.

—Oh, disculpe. No recuerdo el número de habitación. Pero me llamo Leticia Morales y estoy en la habitación...

—¿Leticia? —me jalan del brazo, me asusto y retrocedo.

El señor con lágrimas en los ojos, intenta acercarse de nuevo, pero el recepcionista se interpone.

—¿Usted conoce al señor? —preguntó el señor al que le pedí la contraseña.

—No —muevo mi cabeza asustada.

—Hija soy yo, soy tu padre.

—No, no lo conozco. Lo siento. —es lo único que puedo decir.

—Ya fue mucho, llamaré a la policía o se va del hotel por su voluntad —alza el teléfono el recepcionista del otro lado.

El señor cansado se retira por voluntad propia, antes de salir por la puerta principal mira hacia atrás y no sé porque me siento mal, como si quisiera llorar.

—Disculpe señorita, por este mal entendido. —vuelve a su lugar— El señor Watson, lleva viniendo varias veces a este hotel. Ha perdido a su mujer y a su hija, vino muy joven a vivir aquí con la señorita, pero ella murió de una enfermedad que no recuerdo. —yo quedé escuchando con atención, una historia muy trágica— Se quedó con la niña, pero él se resguardo en el alcohol y le quitaron a la nena de tan solo cinco años. La ha buscado por cielo y tierra. Da una pena ese señor.

—Que amargura a de traer, solo un milagro sanaría su dolor. —suspire, una lagrima cayo de mi ojo. No sabía la razón, quizás la historia me conmovió.

UN LUGAR EN PAZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora