El estridente sonido de la música a la que los humanos llamaban "death metal", combinado con el zumbido de aquellas maquinillas llenas de diminutas agujas, apenas lograba cubrir la cacofonía de sus recuerdos. La risa del Metatrón y sus propios alaridos reventando sus tímpanos inundaban sus pesadillas por las noches y sus recuerdos en el día.
Apuró el resto del vaso de un trago y, con un ademán, logró que el barman le sirviera otro. El fuerte sabor del licor quemó su garganta e inundó su panza con una sensación de calidez casi indescriptible. No sabía quién había inventado aquel "vodkila", una celestial mezcla de vodka y tequila, pero le estaría eternamente agradecida. Era lo único que había logrado marearla, al menos ligeramente, aunque lo que en verdad quería era perderse totalmente en aquella horrenda intoxicación que tanto parecía fascinar a algunos humanos.
Detrás de ella, el zumbido de las maquinillas de tatuar no parecía extinguirse ni siquiera con la música casi al máximo de volumen. Con otro ademán,logró que el malencarado cantinero pusiera algo diferente, menos "letal", pero igual de estridente. Las notas de "I love it loud" llenaron el lugar y Debriel no pudo evitar pensar que debía ser algún tipo de sacrilegio el que a un ángel le gustara un grupo como Kiss.
—Deja la botella —le pidió al tipo enorme, de enmarañada barba gris y vestido con pantalones y chaleco de cuero negro, ante la curiosa punzada de "dolor" que Félix sentía cuando ella "gastaba demasiado".
Recorrió el lugar con la vista por enésima ocasión y nadie la estaba mirando. Quizá era porque encajaba a la perfección en aquella extraña mezcla de bar y salón de tatuajes, lleno de bikers, metaleros y punks; espíritus sombríos que se paseaban a sus anchas por aquella penumbra enrarecida por el humo del cigarro; cada uno tan sumergido en su propia oscuridad, que no parecía ser afectado por el aura de encanto que la hacía convertirse en el centro de atención en cualquier lugar al que entraba.
La música, la bebida y el ambiente la habían hecho quedarse, la curiosidad por aquella costumbre humana de profanar sus cuerpos con pintura, implantes o extensiones era una de las razones por las que había entrado. Félix pasaba por ahí todas las noches después de cenar en un modesto café un par de cuadras más allá y cada que lo hacía, Debriel lo descubría invadido de un curioso temor tan solo de ver a la colección de malencarados sujetos que, generalmente, estaban a las afueras del lugar platicando, fumando o a veces peleando.
Un sollozo se alcanzó a filtrar en el breve espacio de semisilencio entre dos canciones, haciendo a Debriel voltear hacia una de las estaciones de tatuaje que estaban ocupadas en aquel momento. El llanto había sido de la linda rubia que había entrado justo cuando Félix pasaba por enfrente y que había despertado la preocupación del muchacho.
Aquella era la segunda razón que la había hecho meterse. Aunque desde hacía tiempo, Debriel ya había decidido que algún día entraría a explorar el lugar, Félix siempre la atosigaba con su constante angustia por el dinero, los gastos y la pobreza general que era la parte dominante en su vida; sin embargo, en aquel momento, todos aquellos pensamientos se ahogaron en medio de un mar de atroces imágenes sobre lo que aquellos tipos —aterradores en la ingenua mente de Félix— podían hacerle a la chica.
La jovencita se retorcía ante la mirada de fastidio de un tipo flaco, alto, desnudo del torso y de edad indefinible debido a la inmensa cantidad de modificaciones que le había hecho a su cuerpo: tatuajes en cada centímetro de su piel, la lengua dividida, cientos de piercings, extensores y, la mas curiosa de todas, un par de implantes subdérmicos que simulaban los cuernos romos de un demonio que tenía tatuado detrás de la cabeza.
—Gran trabajo —alcanzó a escuchar que le decía una voz a un lado de ella —¿quién te lo hizo? —preguntó la chica regordeta de ojos violeta, morena muy muy pálida (era obvio que no salía mucho... de día) pero de cabello morado intenso.
ESTÁS LEYENDO
Alas de sangre
FantasiaCuando Dios abandonó el Universo, la cacería comenzó. Ella era la mejor cazadora, soldado y mensajera de su universo, en su nuevo hogar es sólo la marioneta del tirano que usurpó el trono de Dios. Él es un simple Otaku sin vida social pero es el úni...