Se rascó el trasero y se acomodó en la silla. Una nueva ventana saltó en la pantalla de su computadora y analizó los números.
—Listo, señor, según mi informe, su velocidad de conexión ha sido restablecida y ya no debería presentar esos problemas —su cerebro se desconectó mientras el cliente soltaba una larga perorata quejándose, otra vez, por lo malo que era el servicio —lo entiendo señor, cualquier queja puede llamar o enviar un correo electrónico a nuestro departamento de atención al cliente. Por mi parte es todo, ¿desea que lo comunique con atención al...? —la comunicación se interrumpió de golpe y el intermitente pitido de la llamada que se había cortado le pulsó en los oídos.
Las siete de la noche, ya había hecho una hora extra y la compañía no le permitiría otra más. Checó su salida en el sistema, tomó su mochila y salió de casa.
Un par de cuadras más adelante, la bodega aquella lucía oscura y silenciosa; después del incidente de la semana pasada, la policía había cerrado el lugar. Incluso había salido en los periódicos: "Pelea en giro negro deja un muerto, 15 heridos". Algunos noticieros en línea también habían hablado un poco del incidente, la extraña muerte de aquel hombre, a quien prácticamente le habían arrancado el esternón, tenía confundida a la policía y no había habido testigos.
"Más bien nadie dispuesto a hablar", pensó Félix arrebujándose en su gastada chaqueta akatsuki —que le había costado un ojo de la cara y que, para colmo, le quedaba dos tallas grande— mientras seguía caminando, tratando de alejarse lo más rápido posible del tenebroso lugar.
"Lástima, me gustaba el lugar", escuchó la voz de Debriel saltando a su mente.
"El vodquila, era lo que te gustaba", intentó bromear Félix "y no te preocupes, no tardan en volverlo a abrir", le dijo con un guiño mental, sabiendo que aquellos lugares no duraban cerrados mucho tiempo; un par de sobornos a los inspectores de la ciudad y el desprecio de los dueños por las leyes lo pondrían a funcionar de nuevo en un par de meses.
"Fui a un café internet", respondió Debriel en tono travieso, tras unos segundos de silencio.
"Lo sé, yo estaba ahí", le recordó él, intuyendo hacia dónde se dirigía aquella conversación.
"Entonces ya sabes lo que quiero".
Maldecía la hora en que le había enseñado a usar una computadora y a navegar por internet.
"No tengo... no tenemos dinero".
"Está bien, no te preocupes, no voy a comprar una botella de vodquila".
"No puedes ocultarme lo que piensas, ¿recuerdas?".
"Pero una de rumquila, por otra parte..."
El equivalente a una risa traviesa estremeció su mente y su boca se hizo agua, involuntariamente, cuando Debriel imaginó el sabor de aquella bebida que, si bien recordaba, era una diabólica mezcla entre ron y tequila.
"¿Qué dice ahí?".
Los enormes sellos de "Clausurado" y las hojas más pequeñas que explicaban las razones —en aquella pesada jerga legal que a Félix se le hacía mucho más difícil que cualquier lenguaje de programación que hubiera estudiado— despertaron la curiosidad del ángel.
"Nada importante", rezongó Félix, tratando de resistir el impulso de ir a leer las hojas completas, pero justo en ese momento pasaban junto al pequeño cráter que había dejado la pelea contra Azrael y ella se estremeció en su mente.
"Todavía está aquí".
Félix volteó asustado en todas direcciones, mientras sentía el miedo y la furia que se mezclaban en la mente del ángel.
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Alas de sangre
FantasíaCuando Dios abandonó el Universo, la cacería comenzó. Ella era la mejor cazadora, soldado y mensajera de su universo, en su nuevo hogar es sólo la marioneta del tirano que usurpó el trono de Dios. Él es un simple Otaku sin vida social pero es el úni...