Una noticia inesperada

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Los días pasan, pero mi vida siempre es la misma. Intento ocuparme todo lo que puedo, demorando más y más la hora de ir a casa porque sé que él se encuentra allá y siempre busca alguna excusa para tomarla conmigo. Cada día mi agenda está más llena y sé que tarde o temprano Harold se dará cuenta de ello, pero por ahora simplemente cree que estoy siendo perfeccionista, que no quiero que el concierto en España salga mal.

Paso el día entre reuniones con el equipo de producción para revisar los detalles del espectáculo. Discutimos la logística, el escenario, los ensayos y la promoción del evento. Práctica vocal, entrevistas para promocionar el concierto, hasta sesiones de fotos promocionales, todo en una mañana.

Pero algo no va bien.

Sé que Kevin se encuentra en un viaje con su padre del que no volverá hasta mañana, aunque con él nada es seguro, y quisiera disfrutar mi corta libertad. Debería estar feliz, pero todo lo contrario, me siento mal. Las náuseas y mareos no me han abandonado en todo el día. Apenas he probado bocado, todo me da asco.

  —Terminemos por hoy. No me siento bien —les explico a los chicos de la banda que siempre me acompañan en los conciertos y que desde hace media hora han intentado repasar la lista de canciones que se van a tocar.

Ellos me ven con sendas sonrisas de lástima. Segura estoy de que no desearían ser yo en este momento.

    —Llámanos cuando mejores —me dice Harold, mi representante y buen amigo, dejando el teléfono, su mejor amigo últimamente, y dándome un beso en la mejilla.

Me despido de todos, rechazo el consejo de Harold de que uno de los chicos de seguridad me acompañe y en el camino hacia mi coche llamo a una de las dos personas que están para mí en todo momento, aparte de mis padres.

   —La hermosa Peige a tu servicio, preciosa y sexy dama —contesta luego del primer tono, poniendo una sonrisa en mi rostro.

    —Necesito tu compañía amiga, creo que atrape un virus estomacal —le cuento, aunque son solo náuseas lo que siento.

  —Dame veinte minutos y estoy contigo ¿Dónde estás?

  —Saliendo del estudio, espérame en casa, hoy Kevin no estará

  —Alabado sea dios —dice y cuelga.

Minutos después estoy entrando al edificio donde vivo, aliviada de estar cada vez más cerca de la cama o simplemente un sofá, cualquier cosa en donde me pueda recostar me vale. Sin embargo, a penas pongo un pie en el vestíbulo, el guardia se acerca a mí.

  —Buenos días, señorita Williams —me saluda y yo, aunque quisiera, no puedo sonreír.

Mis ganas de vomitar aumentan por minutos, pero el señor Jacobo no lo nota y continúa explicándome la razón por la que detuvo mi camino.

  —La señorita Johnson llegó hace un momento, la espera en su apartamento, además trajeron este sobre para usted —finaliza dándome un folio de color mostaza.

Le doy las gracias, tomo lo que me da y camino a paso apresurado hasta el ascensor, pulso el botón del ático y cierro los ojos, esperando que las náuseas pasen. Las puertas se abren minutos después y me sigo sintiendo terriblemente mal, por lo que agradezco enormemente aquella idea que tuve años atrás de darle las lleves de mi casa a Peige para cualquier emergencia. Toco el timbre y ella me abre segundos más tarde.

  —¿Por qué tocas el timbre de tu propia casa? —pregunta, pero algo debe de ver en mi rostro porque su cara cambia de confusión a preocupación —. Te ves muy mal Nyxy.

  —Me siento mal —le digo, suelto el sobre encima de la encimera, de camino a la sala y camino con paso pesado hasta el incómodo sofá, dejando caer mi pesado cuerpo sobre él, con la cabeza completamente recostada hacia atrás y los ojos cerrados.

Indeleble/ Melodías del Alma Libro I  #pgp2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora