El señor gruñón

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En la comisaría no obtuvimos muchas respuestas. El carro que embistió al de mi padre, se dio a la fuga. Solo hubo un testigo y él, un señor de 60 años, afirma que era una camioneta negra, con ventanas polarizadas. Nada más pudimos sacar de allí, ni imágenes de cámaras, ni absolutamente nada.

Salimos de la estación con la misma cantidad de preguntas que teníamos al entrar. Nos dirigimos a mi casa y ya dentro de ella me acordé de la conversación con mi madre en el hospital.

     —Tenemos que hablar —digo seria, apenas entramos.

        —Vas a terminar conmigo, lo sé —se lamenta sentándose en uno de los sillones que se encuentran en el salón de la casa.

  —¿Cómo voy a terminar contigo si ni siquiera salimos? —Niego con la cabeza por sus tonterías.

      —Me besaste sin ser mi novia, eso está mal, Nyx, tienes que arreglarlo. Solo lo puedes solucionar si te casas conmigo. —Suspirando se lleva una mano la pecho.

      —Callate idiota, estoy hablando en serio.

   —Yo también —Guiña un ojo y yo como siempre, me sonrojo de pies a cabeza.

     —Mi madre no puede saber que eres mi guardaespaldas. No quiero que se preocupe todavía más. Bastante tiene con lo que le pasó a mi padre, que puede que sea mi culpa, para también añadirle que alguien me ha intentado matar. —Su expresión cambia por completo, las bromas quedan atrás, ahora solo se ve preocupado.

    —Escuchame bien, Nyx. Tú no tienes la culpa de nada de lo que le pasó a tu padre. Los únicos culpables son aquellos que se atrevieron a estar demasiado cerca de ambos, tú y él. No quiero volver a oírte decir eso otra vez ¿Quedó claro?

       —Está bien, pero si yo no hubiera desaparecido, nada de esto habría pasado.

      —Ya está bien, Nyx. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no es tu culpa para que te entre en la cabeza? Nadie se imaginó que podrían ensañarse con tu padre. Tú necesitabas un tiempo fuera, has pasado por demasiadas cosas este año. No es tu culpa, metételo en la cabeza

     —Pero…

     —Pero nada. Basta ya. Ese tema queda aquí. —Se pasa las manos por la cara, exasperado —Ahora, con respecto a lo demás. Podemos decirle a tu madre que estamos saliendo. Por eso estoy todo el tiempo contigo.

         —¿Q… que so..mos pa..pa..pareja? —tartamudeo aún en shock por como me ha hablado. Desde que volví a ver a Max, siempre ha estado alegre, bromista; en ocasiones serio por la situación, pero nunca me había levantado la voz, ni se había enojado conmigo.

      —Exactamente. Tu madre no sospechará nada.

       —Pero… —Fingir ser la novia de Max, significaría que él tendría que tocarme, besarme incluso. Eso me pone nerviosa y a la vez un poco contenta, aunque pronto recuerdo los motivos por lo que lo hacemos y la situación en la que se encuentra mi progenitor y esa alegría es remplazada por la preocupación y el miedo.

        —Tu madre incluso se alegrará por nosotros, un poco de felicidad en estos momentos no le vendría mal. Sería un apoyo, algo por lo que seguir cuerda ante la desesperación e incertidumbre.

       —Sí, tienes razón. Si piensa que su hija es feliz, evitaría que entre en depresión o algo peor. Mi padre despertará y no nos querrá ver tristes por él. —Intento creerlo, de verdad lo intento, pero las imágenes de todo los tubos y máquinas a las que estaba conectado, lo hacen difícil. No obstante, también recuerdo lo que dijo mi madre. —Hablando de mi padre, mamá me contó que ustedes habla…

Indeleble/ Melodías del Alma Libro I  #pgp2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora