Recuerdos

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Llevaba tres días en la cabaña y me sentía bien. En el día encerrada en mi habitación, con mi guitarra viendo las vistas que me ofrecía el lago a través de las ventanas; en la noche, me sentaba en el muelle junto a Max y simplemente nos quedábamos en silencio. Sabía que él no era una persona a la que le gustara estar callado por eso le agradecía mucho más.

Hoy es viernes, otro día más, pero se sentía diferente, me senté como cada noche en el pequeño muelle y mis pies tocaron el agua fría del lago. Max ya se encontraba allí desde hacía un buen rato, acompañado de una cerveza, solo mirando al horizonte, perdido en sus pensamientos. Estuvimos así un rato hasta que él volvió la mirada hacia mí.

—¿Recuerdas cuando teníamos doce años y tus padres nos llevaban cada domingo a la playa? —dice de pronto— te encantaba quedarte en la arena tomando el sol.

—Es que es lo mejor del mundo, para mi claro —espesifíco — me encanta como se siente mi piel, la calidez y luego el contraste de calor a frío, cuando me meto en el mar, es algo indescriptible.

— Indescriptible fue la manera en que te enfrentaste a esos chicos que se metieron con mi hermana

—Nunca me ha gustado que le hagan daño a los míos —digo sin saber a dónde quiere llegar.

—Lo sé y también sé que no eres una mujer sumisa, eres una guerrera, la persona más valiente que he conocido y soy veterano, he visto personas valientes —lo miro esperando a que vaya al grano, nunca me ha gustado que den rodeos para decir algo— es por eso que no creí a Peige cuando me llamó contándome lo que había pasado.

Sabía que tarde o temprano Max haría a esa pregunta, llevo días preparándome para ser sincera después de mucho tiempo, es hora de que le cuente a alguien, además de mi doctora, lo que he ocultado tanto tiempo.

—La primera vez que Kevin osó ponerme una mano encima, por poco se la corto…—le cuento e inevitablemente los recuerdos de ese día vienen a mi.

«...—Habíamos salido de una fiesta, yo usaba un vestido corto y a Kevin no le había gustado, pero a mí no me interesaba. Me vestía como me daba la gana, nadie, ni tan siquiera mis padres se metían con mi manera de vestir. Habíamos discutido, pero era una típica discusión de pareja, o eso me pareció al principio. Cuando llegamos a mi casa empezó a discutir por mi manera de relacionarme con los demás y como bien sabes, no soy de las que se quedan calladas, así que le dije sus cuatro verdades. Fue ahí cuando llegó el primer bofetón. Me conoces, no soy de las que solo reciben, o al menos no lo era en ese momento. Se lo devolví, su cara no tuvo precio cuando se llevó la mano al cachete en donde tenía mis dedos marcados. Su semblante cambió por completo, volvió a intentar golpearme, pero siempre me defendía, incluso le tiré un jarrón, que chocó con la pared, mi mala puntería nunca mejoró —le relato. Los recuerdos me inundan. La impotencia que sentí en ese momento vuelve a mi mientras le cuento los hechos — no sé cómo lo logró, pero me acorraló contra la pared y soltó lo único que él sabía que haría que dejara de devolverle los golpes. Me amenazó con lo más importante para mí. Papá llevaba un tiempo escondiéndome algunos secretos, situaciones que lo podrían llevar a la cárcel, siendo una persona inocente, pero demasiado confiada. No sé cómo Kevin se enteró de eso, ni de los vídeos que tu hermana y su novia se grabaron en la intimidad, pero lo sabía todo, y me amenazó con exponerlos. Con meter a papá preso y publicar videos de mi mejor amiga teniendo relaciones sexuales con su chica.

» —si hubiera sido con mi carrera o con mi vida misma, no hubiera dejado de luchar. Pero se metió con mi familia. Con ellos no se juega, a ellos no podía dejar que los dañara. Yo no importaba, solo lo hacia mi padre y Peige.

—¿Ellos saben esto? —pregunta. Sé que se está conteniendo, lo veo en la manera en que aprieta los puños.

—No, nadie sabe, si Kevin se llegaba a enterar de que le había contado a alguien podía esponerlos y no lo podía permitir. Primero tenía que encontrar las pruebas y destruirlas. Por desgracia, Kevin me destruyó a mi primero, o al menos lo intentó

—No puedo creer que ese malnacido haya sido capaz de amenazarte, solo para tenerte controlada.

—Hay personas que son así, desgraciadamente. El mundo está lleno de gente que se cree con el derecho de controlar a otros, amenazarlos, destruirlos; por el simple placer de hacerlo —razono.

—¿Todavía ese infeliz tiene las pruebas contra Peige y tu padre? —indaga

— Aún las tiene. No sé cómo voy a hacer para conseguirlas, pero lo que si sé, es que no voy a volver a caer en sus chantajes, ya no más. Suficiente daño me ha hecho.

—No va a ser necesario, yo mismo me voy a encargar de buscar esos documentos y vídeos.

—Max eso es algo que…

—No Nyx, de esto me encargo yo. Tengo contactos, eses hijo de perra se va a enterar de quién soy yo, lo voy a hundir, que no te quepa la menor duda —finaliza.

Lágrimas de alivio y gratitud se deslizan por mi rostro. No lo pienso, me lanzo sobre él, olvidándome de que es un hombre y del asco que me daba tocar o dejar que alguno me tocara.

—Muchas gracias. Gracias. Gracias —le digo y él me devuelve el abrazo luego de recuperarse de la sorpresa inicial.

—Gracias a ti por ser como eres, por sacrificarte por mi hermana, por ser tan fuerte.

—No soy fuerte Max —me separo de él y lo veo a los ojos —solo finjo que lo soy. Cuando alguien dice tanto una mentira, llega el momento que el mismo se la cree. Yo me miento, me digo que soy fuerte, que nadie volverá a doblegarme, es una mentira que tarde o temprano, acabaré creyendo.

—Una mentira puede convertirse en una verdad, si así lo quieres. Tú eres fuerte, aguantaste cosas que muy pocas personas son capaces de aguantar. Estas aquí, intentando superar ese dolor que llevas en tu corazón, luchando con cada pesadilla. Si eres fuerte Nyx, yo soy testigo de ello. —sus palabras me llegan a los más hondo del alma.

Que alguien crea en mi, que me vea como lo hace Max, hace que quiera demostrarle que no se equivoca, que soy la mujer que él dice que soy. Que los golpes de un infeliz no acabaron conmigo. Que, aunque estoy llena de grietas, puedo sanarlas, sellarlas y vivir con ellas. Me hacen creer que, algún día, podré ser feliz.

—Me estoy congelando, entremos —dice de pronto, parándose y ayudándome a mi.

Lo sigo hasta la cabaña, él enciende la chimenea y se sienta en el sofá, da unas cuantas palmaditas para que lo acompañe y así lo hago.

—Nunca me has dicho por qué dejaste el ejército —digo al incomodarme un poco con el silencio que se había instalado en la habitación

—Me cansé. Me cansé de ver morir a mis compañeros, mis hermanos; sin poder hacer nada para evitarlo. Le comenté a mi superior mis planes de abandonar y él me recomendó con alguien en Washington. Un año después era un agente del FBI

—Trabajo que también dejaste —completo

—Soy un alma libre pequeña hada, no puedo estar mucho tiempo en el mismo lugar.

Sus palabras no me convencen. Sé que hay algo que no me quiere decir. El porque se fue del FBI es un misterio, incluso para su melliza. Pero lo dejo pasar, está noche han habido demasiadas confesiones, aunque estoy cansada de secretos, sé que tarde o temprano, Max acabará contándome sus razones verdaderas. Solo debo esperar a que él quiera hacerlo. Mientras tanto debo concentrarme en mi misma. Dejar de estarme preocupando por todos y empezar a hacerlo por mi.

El resto de la noche la pasamos rememorando anécdotas de nuestra juventud, las horas se nos pasan volando. Estar con él era así, me hacía recordar los motivos por el que llegó a ser mi primer amor, el gran amor de mi adolescencia. Aquel por el que tanto lloré cuando se fue.

Si no estuviera cerrada al amor y a los hombres en general, sería muy fácil volverme a enamorar de Max. Pero ya no era la misma chica que antaño lo perseguía con la vista, cuando estaba en la misma habitación que yo. Ni la que buscaba excusas solo para verlo. Había crecido y aunque tenía sentimientos por él, intentaba convencerme de que eran solo por el cariños que le tenía, por el agradecimiento que sentía hacia él. Ojalá y está fuera una mentira de las que terminara creyendo.

Indeleble/ Melodías del Alma Libro I  #pgp2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora