Prólogo

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Hola mi Sofi, ¿cómo has estado? —Decía la mujer de cabello negro dejando de cortar la cebolla para agarrar mejor su teléfono.

Hola señora Cristina. ¿Todo muy bien y usted cómo ha estado? —Respondió aquella voz al otro lado de la línea con algo de vergüenza.

Todo muy bien, mi Sofi, algo sorprendida por tu llamada hace días no lo haces.

Lo sé, lo siento, he estado estos últimos días algo ocupada con el tema de la mudanza.

—¿Mudanza?

De eso quería hablarle, voy a volver a la ciudad y quería pedirle un enorme favor si no es mucha molestia. —La chica soltó un suspiro pesado.

Por supuesto que no, mi Sofi, ¿Qué necesitas?

Pues... No tengo familia en la ciudad y me avisaron que el departamento donde voy a quedarme estará en remodelaciones por un mes y es necesario que viaje esta semana... —Nuevamente un suspiro pesado. —¿Existe la posibilidad de que me rente un cuarto en su casa? Al menos hasta que pueda encontrar algo mientras espero el arreglo de mi departamento.

Pero por supuesto, puedes utilizar el cuarto que era de mi padre el tiempo que lo necesites, mi Sofi, no debes pagarme nada.

De ninguna manera, señora Cristina, no viviré de gratis en su casa. —Ambas mujeres soltaron una risa.

Está bien, está bien, lo discutiremos cuando estés aquí. ¿Cuándo vienes?

Pasado mañana ya estaré allí.

Excelente, te tendré tu comida favorita, mi Sofi, me alegra mucho que vuelvas.

Gracias señora Cristina y disculpe las molestias.

Nunca molestas.

Entonces nos vemos en dos días. Hasta pronto.

Ten un buen viaje, mi Sofi. Hasta pasado mañana.

La llamada se cortó y la chica que se encontraba en Europa golpeó su cabeza con la pared.

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